Los crí­me­nes de Oba­ma en Hon­du­ras y su doble len­gua­je. Masa­cre de jóve­nes resis­ten­tes por Arnold August [Bideoa]


Ambas vías se man­tie­nen abier­tas simul­tá­nea­men­te mien­tras que Esta­dos Uni­dos y Cana­dá se repar­ten los pape­les como mejor les con­vie­ne. Arnold August obser­va sin embar­go que, en este caso, el obje­ti­vo de la diplo­ma­cia no es garan­ti­zar el res­pe­to del dere­cho inter­na­cio­nal sino, por el con­tra­rio, enmas­ca­rar la vio­la­ción de ese dere­cho. En ese sen­ti­do, Washing­ton y Otta­wa recla­man ofi­cial­men­te el regre­so del pre­si­den­te Zela­ya a sus fun­cio­nes, pero tam­bién lo exhor­tan a no regre­sar a su país para no pro­vo­car enfren­ta­mien­tos con los militares.

El pri­mer minis­tro cana­dien­se, Stephen Har­per, reci­be al pre­si­den­te colom­biano Álva­ro Uri­be: ¿Cómo con­de­nar el gol­pe de Esta­do en Hon­du­ras apo­yan­do a los golpistas?

El 28 de junio pasa­do, Peter Kent, minis­tro de Rela­cio­nes Exte­rio­res (para las Amé­ri­cas) del gobierno del Par­ti­do Con­ser­va­dor de Stephen Har­per, hizo una decla­ra­ción pre­via a la reu­nión extra­or­di­na­ria de la Orga­ni­za­ción de Esta­dos Ame­ri­ca­nos (OEA), encuen­tro que se iba a cele­brar un poco más tar­de, aquel mis­mo día, a las 15 horas. El señor Kent decla­ró que «Cana­dá con­de­na el gol­pe de Esta­do que tuvo lugar este fin de sema­na [28 de junio] en Hon­du­ras [1] y pide a todas las par­tes impli­ca­das que den mues­tras de sere­ni­dad y que bus­quen una solu­ción pací­fi­ca a la actual cri­sis, una solu­ción que res­pe­te las nor­mas demo­crá­ti­cas y haga pre­va­le­cer el dere­cho, así como la Cons­ti­tu­ción hondureña.»

Al día siguien­te (el 29 de junio), el Natio­nal Post, impor­tan­te dia­rio cana­dien­se de dere­cha, de cir­cu­la­ción nacio­nal, comen­tó favo­ra­ble­men­te la decla­ra­ción del gobierno, indi­can­do que «[…] refle­ja­ba la cre­cien­te opo­si­ción al gol­pe de Esta­do, pero sin nom­brar al señor Zela­ya ni exi­gir cla­ra­men­te su regre­so al poder».

El 29 de junio, duran­te una con­fe­ren­cia de pren­sa con­jun­ta con el pre­si­den­te colom­biano Álva­ro Uri­be –de visi­ta en Esta­dos Uni­dos – , el pre­si­den­te Oba­ma decla­ró que «[…] el gol­pe de Esta­do no es legal» y que «el pre­si­den­te Zela­ya sigue sien­do el pre­si­den­te de Hon­du­ras, elec­to demo­crá­ti­ca­men­te». Esa decla­ra­ción indi­ca un cam­bio en la mane­ra en que la polí­ti­ca esta­dou­ni­den­se enun­cia la cues­tión. Al día siguien­te (el 30 de junio), los 192 Esta­dos miem­bros de la Asam­blea Gene­ral de Nacio­nes Uni­das se reu­nie­ron para dis­cu­tir el caso de Hon­du­ras y adop­ta­ron uná­ni­me­men­te una reso­lu­ción que exi­ge «la res­tau­ra­ción inme­dia­ta e incon­di­cio­nal del gobierno legí­ti­mo y cons­ti­tu­cio­nal del pre­si­den­te de la Repú­bli­ca, señor José Manuel Zela­ya Rosales».

Evi­den­te­men­te, la dele­ga­ción de Cana­dá votó de la mis­ma mane­ra que los otros 191 Esta­dos miem­bros de la ONU. Una vez más, el Natio­nal Post expre­só lo que pare­cía ser su apro­ba­ción, en su edi­ción del 30 de junio, al indi­car que:
«La deci­sión de Cana­dá de unir­se a los patro­ci­na­do­res de las medi­das adop­ta­das por la ONU repre­sen­ta una evo­lu­ción de la posi­ción [de Cana­dá] sobre el secues­tro del señor Zela­ya, el domin­go, por las fuer­zas arma­das hon­du­re­ñas […] Has­ta el mar­tes [30 de junio], Cana­dá había pedi­do la con­ti­nua­ción del pro­ce­so demo­crá­ti­co en Hon­du­ras, pero no sin lle­gar a exi­gir la reins­ta­la­ción del señor Zela­ya en el poder. Esta­dos Uni­dos pare­cía haber adop­ta­do una posi­ción simi­lar, has­ta que el pre­si­den­te ame­ri­cano Barack Oba­ma afir­mó el lunes [29 de junio] que Washing­ton cree que el señor Zela­ya ‘sigue sien­do el pre­si­den­te demo­crá­ti­ca­men­te electo […]’».

El 1º de julio, la Orga­ni­za­ción de Esta­dos Ame­ri­ca­nos (OEA), inclu­yen­do a Cana­dá, resol­vió uná­ni­me­men­te «con­de­nar el gol­pe de Esta­do» y «reafir­mar que el Pre­si­den­te Zela­ya es el pre­si­den­te cons­ti­tu­cio­nal de Hon­du­ras y exi­gir que regre­se a sus fun­cio­nes cons­ti­tu­cio­na­les de for­ma inme­dia­ta, segu­ra e incon­di­cio­nal» [2].

El 2 de julio, el Natio­nal Post escri­bía lo siguien­te: «Aun­que Cana­dá imi­tó a Vene­zue­la y otros paí­ses sud­ame­ri­ca­nos de izquier­da al exi­gir la reins­ta­la­ción del señor Zela­ya en el poder, Peter Kent, el minis­tro de Rela­cio­nes Exte­rio­res para las Amé­ri­cas, afir­mó que Otta­wa con­cen­tra­ba su apo­yo prin­ci­pal­men­te en el tra­ba­jo de la OEA […] Todo hace pen­sar que algu­nos res­pon­sa­bles en el seno del [actual] gobierno admi­ti­rán que rea­li­za­ron un ges­to inacep­ta­ble y que tie­nen que poner­se nue­va­men­te del lado de la demo­cra­cia […] Aun­que el señor Kent dijo que la reins­ta­la­ción del señor Zela­ya tenía que ser incon­di­cio­nal, [tam­bién] indi­có que su con­duc­ta antes de su secues­tro tam­po­co había sido pasa­da por alto.» El dia­rio cita enton­ces al señor Kent: «El [gobierno pro­vi­sio­nal] (Los cor­che­tes en esta fra­se son del Natio­nal Post. NdlR.) tie­ne pri­me­ro que res­ta­ble­cer el orden demo­crá­ti­co median­te la ins­tau­ra­ción del rei­no del derecho.

Des­pués de cum­plir con esa tarea, la pobla­ción de Hon­du­ras y los miem­bros del gobierno [pro­vi­sio­nal] (Los cor­che­tes en esta fra­se son del Natio­nal Post. NdlR.) pue­den tener la cer­te­za de que la OEA los está vigi­lan­do y que está per­fec­ta­men­te con­cien­te de las trans­gre­sio­nes que ha come­ti­do cada una de las par­tes.’» Esta decla­ra­ción repre­sen­ta un nue­vo retro­ce­so en rela­ción con las reso­lu­cio­nes adop­ta­das por la ONU y la OEA, adop­ta­das ambas con la apro­ba­ción del gobierno cana­dien­se, reso­lu­cio­nes que exi­gían esen­cial­men­te el regre­so inme­dia­to, segu­ro e incon­di­cio­nal del pre­si­den­te Zelaya.

El 4 de julio, o sea el día antes del inci­den­te del aero­puer­to de Hon­du­ras que enfren­tó al pre­si­den­te Zela­ya y el pue­blo hon­du­re­ño, por un lado, con el gobierno mili­tar, Peter Kent, según un cable de Reuters, decla­ró en la asam­blea de la OEA: «‘En las actua­les con­di­cio­nes no se pue­de garan­ti­zar en lo abso­lu­to su segu­ri­dad a su lle­ga­da’». La CNN con­fir­mó aquel esta­do de cosas el mis­mo 4 de julio al repor­tar que «el dele­ga­do cana­dien­se en la asam­blea de la OEA reco­men­dó en la tar­de del sába­do [4 de julio] que el señor Zela­ya no regre­se inme­dia­ta­men­te al país debi­do a los peli­gros a los que pudie­ra ver­se expuesto».

Es evi­den­te, en efec­to, que, en las con­di­cio­nes que pre­va­le­cían el 5 de julio, la lle­ga­da del pre­si­den­te Zela­ya al aero­puer­to inter­na­cio­nal de la capi­tal hon­du­re­ña hubie­ra sido peli­gro­sa para él, para sus acom­pa­ñan­tes y para las dece­nas de miles de sim­pa­ti­zan­tes que lo espe­ra­ban, debi­do al des­plie­gue de las fuer­zas arma­das y a la repre­sión mili­tar. Pero, ¿qué uso hizo el gobierno cana­dien­se de su influen­cia y su pres­ti­gio para ayu­dar a obli­gar al gobierno mili­tar de fac­to a ceder? ¿Se unió Cana­dá a los paí­ses de Cen­troa­mé­ri­ca y de Lati­noa­mé­ri­ca para garan­ti­zar la estric­ta apli­ca­ción de las reso­lu­cio­nes de la OEA [3] y de las Nacio­nes Uni­das [4]?

Reco­men­dar­le a Zela­ya que se abs­tu­vie­ra de regre­sar a su país equi­va­le a alen­tar casi direc­ta­men­te al régi­men mili­tar y a cul­par al pre­si­den­te Zela­ya por la vio­len­cia o la car­ni­ce­ría que pudie­sen deri­var­se de la apli­ca­ción de las reso­lu­cio­nes internacionales.

El 6 de julio, el voce­ro del Depar­ta­men­to de Esta­do esta­dou­ni­den­se, Ian Kelly, tuvo un encuen­tro con la pren­sa sobre Hon­du­ras y otros temas. Al refe­rir­se a Hon­du­ras en sus pala­bras ini­cia­les, el señor Kelly decla­ró que «nues­tro obje­ti­vo sigue sien­do la res­tau­ra­ción del orden demo­crá­ti­co en Hon­du­ras». Un repor­te­ro no pudo evi­tar seña­lar que había en aque­llo algo muy nebu­lo­so y ambi­guo. Tenien­do en cuen­ta que la defi­ni­ción esta­dou­ni­den­se de la demo­cra­cia, muy nebu­lo­sa, esta­ble­ce un doble rase­ro, un repor­te­ro hizo enton­ces una pre­gun­ta muy pertinente:
«¿Entien­den uste­des? […] cuan­do uste­des dicen que desean la res­tau­ra­ción del orden demo­crá­ti­co, ¿han logra­do uste­des enten­der lo que eso quie­re decir?» El señor Kelly res­pon­dió: «Bueno, yo creo que eso sig­ni­fi­ca –en el caso que nos ocu­pa actual­men­te – , eso sig­ni­fi­ca el regre­so del pre­si­den­te elec­to demo­crá­ti­ca­men­te a Tegu­ci­gal­pa [capi­tal de Honduras].»

Si aquel repor­te­ro no hubie­ra plan­tea­do la inte­rro­gan­te, esa deman­da cla­ve de la pobla­ción mun­dial no hubie­se sido expre­sa­da de for­ma explí­ci­ta, ni siquie­ra ver­bal­men­te. Otra de las cues­tio­nes que los repor­te­ros plan­tea­ron al señor Kelly tenían que ver con la ayu­da que apor­ta Washing­ton a Hon­du­ras y los víncu­los los unen. La impre­ci­sa res­pues­ta no des­pe­jó la incóg­ni­ta ya que, al ser inte­rro­ga­do sobre la cues­tión, el señor Kelly res­pon­dió de for­ma eva­si­va dicien­do que Esta­dos Uni­dos seguía pro­por­cio­nan­do par­te de su ayu­da mien­tras que otras par­tes habían sido inte­rrum­pi­das o esta­ban en pro­ce­so de eva­lua­ción o de eliminación.

En cuan­to a los víncu­los entre el ejér­ci­to esta­dou­ni­den­se y el gobierno de fac­to, el señor Kelly res­pon­dió a las pre­gun­tas de los repor­te­ros dicien­do que «el South­Com ha mini­mi­za­do los con­tac­tos con el ejér­ci­to hon­du­re­ño». O sea, los con­tac­tos se man­tie­nen. Sólo han sido «minimizado(s)», sin más pre­ci­sión [5].

Pero las pre­ci­sio­nes vinie­ron solas cuan­do los repor­te­ros pre­gun­ta­ron sobre la base mili­tar esta­dou­ni­den­se de Soto Cano, en terri­to­rio hon­du­re­ño. Un repor­te­ro pre­gun­tó: «¿Se ha habla­do de per­mi­tir que el avión del señor Zela­ya ate­rri­ce allí, en la base mili­tar esta­dou­ni­den­se?» Res­pues­ta del señor Kelly: «[…] Esa base está bajo con­trol de las auto­ri­da­des hon­du­re­ñas. No nos corres­pon­de a noso­tros con­ce­der a nadie más el dere­cho de ate­rri­zar allí.» ¡Muy conveniente!

Esta­dos Uni­dos prac­ti­ca, des­de hace déca­das, una polí­ti­ca exte­rior «de doble vía» en Amé­ri­ca lati­na: por un lado, inter­ven­ción direc­ta que inclu­so impli­ca el uso de las fuer­zas arma­das, y por el otro, diplo­ma­cia y nego­cia­ción «sua­ves», uti­li­za­das estas últi­mas a la vez abier­ta­men­te y a puer­tas cerra­das. El encuen­tro con la pren­sa del 6 de julio, ante­rior­men­te men­cio­na­do, demues­tra de qué mane­ra el actual gobierno de Washing­ton uti­li­za al mis­mo tiem­po la Vía 1 y la Vía 2.

Que el señor Kelly haya decla­ra­do el 6 de julio que el Depar­ta­men­to de Esta­do se reu­ni­ría el 7 de julio con el pre­si­den­te Zela­ya y no con el gobierno de fac­to, aun­que un repre­sen­tan­te de éste últi­mo ven­dría pos­te­rior­men­te a Washing­ton, es una bue­na noti­cia. Pero, como ya había suce­di­do ante­rior­men­te, ese com­pro­mi­so no sur­gió has­ta que uno de los repor­te­ros plan­teó la cuestión.

Los pue­blos espe­ran que el uso de la diplo­ma­cia en las nego­cia­cio­nes de Cos­ta Rica –que tie­nen como media­dor al pre­si­den­te de Cos­ta Rica y como madri­na a Hillary Clin­ton, la secre­ta­ria de Esta­do esta­dou­ni­den­se– lle­ve a la solu­ción de la cri­sis. Pero los ins­ti­ga­do­res del gol­pe de Esta­do siguen en el poder. Y siguen repri­mien­do las mani­fes­ta­cio­nes popu­la­res [6] que se desa­rro­llan actual­men­te en Hon­du­ras en todos los sec­to­res popu­la­res de la socie­dad y des­de hace ya casi dos sema­nas, situa­ción ente­ra­men­te silen­cia­da por los medios de pren­sa en paí­ses como Cana­dá, Fran­cia y Esta­dos Uni­dos [7].

En ese con­tex­to, los comen­ta­rios del pre­si­den­te vene­zo­lano Hugo Chá­vez resul­tan cada vez más per­ti­nen­tes con cada minu­to que pasa: «¿Por qué el gobierno esta­dou­ni­den­se no adop­ta san­cio­nes polí­ti­cas y eco­nó­mi­cas con­tra los ins­ti­ga­do­res del gol­pe de Esta­do…?» Esa decla­ra­ción tuvo lugar duran­te una con­fe­ren­cia de pren­sa desa­rro­lla­da el 10 de julio en Cara­cas, según un repor­te de Asso­cia­ted Press (AP).

Es evi­den­te que exis­ten con­tra­dic­cio­nes entre ins­ti­tu­cio­nes esta­dou­ni­den­ses como la Casa Blan­ca, el Depar­ta­men­to de Esta­do, la CIA, el FBI, el Pen­tá­gono y la extre­ma dere­cha de la sur de la Flo­ri­da (etc.), pero la polí­ti­ca esta­dou­ni­den­se ante Hon­du­ras, inclu­yen­do lo suce­di­do des­de el 28 de junio has­ta el 11 de julio, corres­pon­de pre­ci­sa­men­te la polí­ti­ca de la «doble vía». Pri­me­ro la Vía 1, o sea la impli­ca­ción direc­ta o indi­rec­ta en el gol­pe de Esta­do mili­tar con un apo­yo ape­nas disi­mu­la­do del ejér­ci­to. Y des­pués la Vía 2, o sea el uso simul­tá­neo de la dis­cu­sio­nes y la diplo­ma­cia para «sua­vi­zar» la situa­ción… Pero, ¿a quién bene­fi­cia todo eso?

Por un lado, se hacen ofre­ci­mien­tos lle­nos de sabi­du­ría sobre la res­tau­ra­ción de la demo­cra­cia y del pre­si­den­te elec­to. Pero, por el otro lado, se pone prác­ti­ca­men­te en con­di­cio­nes de igual­dad a los ins­ti­ga­do­res del gol­pe de Esta­do y al pre­si­den­te secuestrado.

Los gobier­nos cana­dien­ses fue­ron duran­te años voce­ros de la Vía 2, aun­que hubo excep­cio­nes como el difun­to pri­mer minis­tro Pie­rre Elliot Tru­deau, quien ten­dió sin­ce­ra­men­te la mano a Cuba y a Lati­noa­mé­ri­ca duran­te su visi­ta a Cuba, en 1976, refle­jan­do así el sen­tir de la gran mayo­ría de la pobla­ción de Qué­bec y de los cana­dien­ses. Se supo­ne que el com­pro­mi­so y la diplo­ma­cia exen­ta de segun­das inten­cio­nes deben pre­va­le­cer en Otta­wa y que Cana­dá se dis­tan­cie así de la bru­tal polí­ti­ca esta­dou­ni­den­se de inter­ven­ción, que casi siem­pre ha pre­va­le­ci­do por sobre la Vía 2. La gran mayo­ría de los cana­dien­ses y de la pobla­ción de Qué­bec des­pre­cian las polí­ti­cas de inter­ven­ción y de agre­sión. El actual gobierno cana­dien­se for­ma par­te de la corrien­te de derecha.

A pesar de ello, esa corrien­te no ofre­ce un terreno fér­til a los neo­con­ser­va­do­res que tra­tan de exa­cer­bar las polí­ti­cas de la Vía 1, como los exila­dos cuba­nos y vene­zo­la­nos en el sur de la Flo­ri­da. Lo más pare­ci­do a ellos sería el Natio­nal Post, guar­dián del orden esta­ble­ci­do, y la capa de diri­gen­tes que ese dia­rio repre­sen­ta. Sin embar­go, como ya hemos vis­to ante­rior­men­te, al Par­ti­do Con­ser­va­dor y a la rama con­ser­va­do­ra del círcu­lo diri­gen­te les cues­ta tra­ba­jo adap­tar­se a seguir simul­tá­nea­men­te la Vía 1 y la Vía 2, como lo demues­tra la cues­tión de Hon­du­ras, aún cuan­do la polí­ti­ca exte­rior cam­bie como un cama­león, de un día para otro.

Com­pa­ra­do con el gobierno con­ser­va­dor de Cana­dá, se supo­ne que el gobierno de Oba­ma sea de cen­troiz­quier­da y que se opon­ga a las polí­ti­cas de dere­cha de la épo­ca de Bush. Pero la Vía 1 y la Vía 2 son en esen­cia los dos flan­cos de una mis­ma polí­ti­ca basa­da en la domi­na­ción y el con­trol, sólo se tra­ta de saber cuál es la más efi­caz, cuál de la dos es la que «fun­cio­na». Las dos Vías son úti­les, tan­to para los «con­ser­va­do­res» como para los «libe­ra­les», y ambas pue­den fun­dir­se de un momen­to a otro.

Una de las lec­cio­nes que tie­ne que apren­der el gobierno cana­dien­se, y en base a la cual tie­ne que actuar inme­dia­ta­men­te, con­sis­te en reco­no­cer­se a sí mis­mo como res­pon­sa­ble de haber infrin­gi­do las reso­lu­cio­nes de la OEA y de la ONU. Los con­ser­va­do­res tie­nen que cam­biar de posi­ción en lo ade­lan­te, unién­do­se a los vas­tos movi­mien­tos sur­gi­dos en Suda­mé­ri­ca. En el seno del par­la­men­to, algu­nos polí­ti­cos (como el Blo­que Que­be­quen­se) ya se han pro­nun­cia­do valien­te y hono­ra­ble­men­te en con­tra de la polí­ti­ca que el gobierno cana­dien­se está apli­can­do des­de el 28 de junio en el caso de Hon­du­ras. No hay tiem­po que perder.

Hay que obli­gar al gobierno hon­du­re­ño de fac­to a retro­ce­der inme­dia­ta­men­te y a que per­mi­ta el regre­so del pre­si­den­te demo­crá­ti­ca­men­te a su país. Si al gobierno cana­dien­se le preo­cu­pan tan­to los peli­gros que espe­ran al pre­si­den­te en caso de regre­sar a Hon­du­ras, la solu­ción no es ale­jar­lo sino más bien obli­gar a los usur­pa­do­res a aban­do­nar el poder, según lo esti­pu­la­do en las reso­lu­cio­nes y posi­cio­nes adop­ta­das en el plano inter­na­cio­nal. Por mi par­te, yo creo que el gol­pe de Esta­do en Hon­du­ras es una afren­ta direc­ta a los movi­mien­tos de sobe­ra­nía y pro­gre­so de todos los pue­blos latinoamericanos.

Los pue­blos del mun­do ente­ro, y en par­ti­cu­lar los de Suda­mé­ri­ca, deben per­ma­ne­cer vigi­lan­tes y opo­ner­se a la polí­ti­ca impe­ria­lis­ta de la doble vía de los paí­ses del nor­te. Duran­te los últi­mos 50 años, los pue­blos de Suda­mé­ri­ca han crea­do sus pro­pios con­cep­tos de sobe­ra­nía y demo­cra­cia, lo que han teni­do que pagar con luchas y sacri­fi­cios, y por lo tan­to mere­cen el apo­yo total de los pue­blos de Nor­te­amé­ri­ca, así como de Europa.

La cues­tión plan­tea­da el 10 de julio por Hugo Chá­vez des­en­mas­ca­ra la hipo­cre­sía de la polí­ti­ca de la doble vía: «¿Por qué el gobierno de Esta­dos Uni­dos no adop­ta san­cio­nes polí­ti­cas y eco­nó­mi­cas con­tra los ins­ti­ga­do­res del gol­pe de Estado…?»
Más tar­de, ese mis­mo 10 de julio, Fidel Cas­tro escri­bía en una de sus Refle­xio­nes: «Zela­ya sabe que no sólo está en jue­go la Cons­ti­tu­ción de Hon­du­ras, sino tam­bién el dere­cho de los pue­blos de Amé­ri­ca Lati­na a ele­gir a sus gobernantes.»

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