34 razo­nes más para seguir luchan­do por Comi­té de Soli­dad Inter­na­cio­nal de Madrid

A pesar de que el hos­ti­ga­mien­to y la per­se­cu­ción polí­ti­ca es una diná­mi­ca cons­tan­te por par­te del esta­do espa­ñol hacia el pue­blo vas­co, no deja de estre­me­cer la for­ma tan bru­tal en que se ata­can los dere­chos huma­nos y socia­les más bási­cos que en cual­quier esta­do moderno y libre haría rubo­ri­zar inclu­so al más afa­na­do fascista.
La far­sa de los jui­cios, el lin­cha­mien­to mediá­ti­co, la prác­ti­ca inexis­ten­cia de prue­bas incri­mi­na­to­rias que se basan en una espe­cie de alu­ci­na­ción deli­ran­te de la jus­ti­cia espa­ño­la enfer­ma de inca­pa­ci­dad y de idio­tez, el ais­la­mien­to de dete­ni­dos que favo­re­ce la peli­gro­sa prác­ti­ca de la tor­tu­ra dejan poco lugar para un esce­na­rio de liber­tad y del dere­cho a desa­rro­llar­la, así como de solu­ción al con­flic­to que vive Eus­kal Herria.
De nue­vo vuel­ve a ser cas­ti­ga­da la juven­tud por luchar por sus dere­chos legí­ti­mos a una vida dig­na, dere­chos fun­da­men­ta­les como son una vivien­da dig­na, una edu­ca­ción dig­na, ele­gir como desean que sea el entorno de sus pue­blos y las bases sobre las que quie­ren que éstos se cons­tru­yan. Deseos que cual­quier joven que desee cam­biar las cosas a mejor ha teni­do, tie­ne y ten­drá a lo lar­go de su vida.
Nue­va­men­te el fas­cis­mo espa­ñol no per­do­na a quie­nes le cues­tio­nan, uti­li­zan­do sus ya de sobra cono­ci­dos méto­dos de deten­ción, tor­tu­ra y encarcelamiento.
Jóve­nes que luchan por un dere­cho colec­ti­vo, el de un pue­blo, que dan ejem­plo de dig­ni­dad dejan­do cla­ro a los súb­di­tos del fas­cis­mo que no les va a resul­tar fácil seguir escla­vi­zan­do a los pueblos.
Este gra­ví­si­mo ata­que pone de mani­fies­to, como siem­pre, el con­cep­to de «demo­cra­cia» que tie­ne el esta­do español.
La inco­mu­ni­ca­ción a la que son some­ti­dos los dete­ni­dos no solo son un cas­ti­go para ellos sino tam­bién para sus fami­lia­res y ami­gos, y esta es la inten­ción de quie­nes rea­li­zan tales prác­ti­cas: exten­der el dolor lo máxi­mo posible.
Nadie ya sea fami­liar, ami­go, abo­ga­do… pue­de asu­mir que una per­so­na des­apa­rez­ca duran­te un núme­ro deter­mi­na­do de días sin saber abso­lu­ta­men­te nada ni del lugar en el que está, ni en qué con­di­cio­nes, ni con quien, ni nada de nada. Y yen­do más allá, cual­quier ciu­da­dano de a pie ¿pue­de sen­tir­se libre y segu­ro en un esta­do que basa su jus­ti­cia en estas prácticas?
Todo nues­tro apo­yo y soli­da­ri­dad con los dete­ni­dos, sus fami­lia­res y amigos.

En Madrid, a 30 de noviem­bre de 2009

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