EEUU pre­pa­ra un des­em­bar­co mili­tar en Pakis­tán por Manuel Freytas

Desde a la Casa Blan­ca, Oba­ma nom­bró a un envia­do espe­cial para el fren­te Afga­nis­tán-Pakis­tán”, Richard Hol­broo­ke, y se mul­ti­pli­ca­ron los via­jes y los encuen­tros de con­gre­sis­tas, sena­do­res, direc­to­res de las agen­cias de inte­li­gen­cia, y altos man­dos mili­ta­res del Pen­tá­gono con auto­ri­da­des civi­les y mili­ta­res de Pakistán.

La diná­mi­ca lle­vó al Depar­ta­men­to de Esta­do a la recien­te adqui­si­ción de sie­te hec­tá­reas en Isla­ma­bad des­ti­na­do a un com­ple­jo para alo­jar a un cada vez mayor núme­ro de fun­cio­na­rios esta­dou­ni­den­ses des­ti­na­dos a Pakis­tán, según la pren­sa local.

Con el mis­mo obje­ti­vo se han poten­cia­do las acti­vi­da­des en los con­su­la­dos en Kara­chi y Laho­re, mien­tras el úni­co hotel de cin­co estre­llas de Pesha­war, el Pearl Con­ti­nen­tal, que fue­ra ata­ca­do el pasa­do verano, se ha reacon­di­cio­na­do para para alber­gar un nue­vo con­su­la­do en el nor­te del país. 

De acuer­do con la pren­sa local, antes del 11‑S no había más de cien diplo­má­ti­cos, y hoy ya suman 750 según el minis­te­rio de Asun­tos Exte­rio­res. A esta cifra hay que agre­gar otros dos mil nor­te­ame­ri­ca­nos (prin­ci­pal­men­te empre­sa­rios) que se encuen­tran en el país sin sta­tus diplomático. 

«Las espe­cu­la­cio­nes de un des­em­bar­co nor­te­ame­ri­cano son inevi­ta­bles”, dijo a Reuters el ana­lis­ta Imtiaz Gul, direc­tor del cen­tro de inves­ti­ga­ción de estu­dios de segu­ri­dad de Isla­ma­bad y autor del libro «La cone­xión Al Qae­da: tali­ba­nes y terro­ris­mo en la zona tribal». 

“Tene­mos cien­tos de ame­ri­ca­nos que entran y salen sin nece­si­dad de pasar un con­trol de pasa­por­tes, esto ya empie­za a pare­cer una colo­nia”, seña­la por su par­te Ahsan Akh­tar Naz, direc­tor del Ins­ti­tu­to de Comu­ni­ca­ción de Lahore. 

En este esce­na­rio, y mien­tras EEUU pre­sio­na una mayor impli­ca­ción del ejer­ci­to pakis­ta­ní en la lucha con­tra el «terro­ris­mo tali­bán», la pren­sa local habla de un «sen­ti­mien­to anti­ame­ri­cano» que comien­za a apo­de­rar­se de la pobla­ción pakistaní.

En los medios loca­les corren rumo­res de que los ata­ques «terro­ris­tas» de Pesha­war son obra de extran­je­ros, como suce­de en Bag­dad”, o se advier­te de la pre­sen­cia de agen­tes de la com­pa­ñía de mer­ce­na­rios Black­wa­ter, que los polí­ti­cos de Isla­ma­bad nie­gan enfá­ti­ca­men­te, y que la pren­sa pakis­ta­ní lo reafir­ma citan­do fuen­tes de los ser­vi­cios secre­tos pakis­ta­níes ( ISI) .

Según el esta­do mayor mili­tar pakis­ta­ní, hay más de 100.000 sol­da­dos des­ple­ga­dos a lo lar­go de toda la fron­te­ra con Afga­nis­tán, un núme­ro supe­rior al que EEUU y la OTAN man­tie­nen en todo Afganistán.

La «avan­za­da» de Hillary Clinton

El vie­jo plan archi­va­do de Bush de ocu­par mili­tar­men­te las zonas de Pakis­tán en «peli­gro» ‑según lo res­ca­ta Hillary Clin­ton- pare­ce reci­clar­se con las adver­ten­cias esta­dou­ni­den­ses de que el país está a pun­to de ser toma­do por los talibanes.

La secre­ta­ria de Esta­do, Hillary Clin­ton, pro­vo­có una con­mo­ción en el esta­blish­ment de poder nor­te­ame­ri­cano cuan­do, el 22 de abril, en el Sena­do de EEUU, acu­só al gobierno de Isla­ma­bad de «abdi­car ante el Tali­bán y los extremistas”. 

La jefa de la diplo­ma­cia USA dijo ante un comi­té del Sena­do que el inci­pien­te gobierno del Par­ti­do Popu­lar de Pakis­tán afron­ta­ba una “ame­na­za exis­ten­cial” de los com­ba­tien­tes isla­mis­tas que podrían apo­de­rar­se de su arse­nal nuclear y con­ver­tir­se en un «peli­gro mor­tal» para EEUU y otros países.

Ade­más, des­de dis­tin­tas fuen­tes, tan­to ofi­cia­les como pri­va­das, se vie­ne cons­tru­yen­do una esca­la­da de «ver­sio­nes» sobre el arse­nal nuclear de Pakis­tán y la posi­bi­li­dad de que éste cai­ga en manos de los tali­ba­nes que ya luchan con­tra el Ejér­ci­to a pocos kiló­me­tros de Islamabad.

Simul­tá­nea a la aler­ta con el «peli­gro tali­bán», Washing­ton lan­zó una ope­ra­ción inter­na­cio­nal «Dan­ger» con la ver­sión de que el pro­gra­ma nuclear pakis­ta­ní se encuen­tra «fue­ra de con­trol» y el des­tino y el uso de su arse­nal per­ma­ne­cen inciertos.

En su pri­me­ra visi­ta al país, en la últi­ma sema­na de octu­bre, Hillary Clin­ton pro­me­tió a Pakis­tán «toda la ayu­da nece­sa­ria» para derro­tar al terro­ris­mo: «Esta lucha no es sólo la de Pakis­tán. Los extre­mis­tas quie­ren des­truir lo que nos es que­ri­do. Es tam­bién nues­tra lucha», dijo Clin­ton al pisar sue­lo paquistaní.

La secre­ta­ria de Esta­do esta­dou­ni­den­se pro­me­tió 103,5 millo­nes de dóla­res al pri­mer minis­tro paquis­ta­ní, You­sef Raza Gila­ni, con quien se reu­nió en Isla­ma­bad, para apo­yar los pro­gra­mas de «segu­ri­dad» y para impo­ner la ley y el orden del Gobierno paquis­ta­ní, según un comu­ni­ca­do del Depar­ta­men­to de Estado.

Este nue­vo com­pro­mi­so ele­va el apo­yo total de Esta­dos Uni­dos a estos pro­gra­mas en el año en cur­so a 147,2 millo­nes de dóla­res, pre­ci­sa el comunicado.

Hillary Clin­ton impul­sa la nue­va ley Kerry-Lugar-Ber­man, que pre­vé tri­pli­car la ayu­da esta­dou­ni­den­se para Pakis­tán, fiján­do­la en 7.500 millo­nes de dóla­res en cin­co años.

La ley sus­ci­ta fuer­tes polé­mi­cas y crí­ti­cas en Pakis­tán, e influ­yen­tes paquis­ta­níes acu­san a Washing­ton de que­rer «con­di­cio­nar con esas ayu­das la sobe­ra­nía del país».

La secre­ta­ria de Esta­do lla­mó al ejér­ci­to paquis­ta­ní a tener en cuen­ta la «ame­na­za terro­ris­ta nuclear» de Al Qae­da. «Sabe­mos que Al Qae­da y sus alia­dos extre­mis­tas siguen en bús­que­da de mate­rial nuclear y que no se nece­si­ta mucho para pro­vo­car una explo­sion muy gra­ve con con­se­cuen­cias polí­ti­cas y psi­co­ló­gi­cas temi­bles», aler­tó la can­ci­ller de la poten­cia ocupante.

Según lo que se des­pren­de de las pro­fe­cías de la secre­ta­ria Clin­ton: Pakis­tán está en un «caos» y en un avan­za­do pro­ce­so de «desin­te­gra­ción». El Gobierno y el ejér­ci­to «no con­tro­lan», y el esce­na­rio está pre­pa­ra­do para que las fuer­zas y los avio­nes del Pen­tá­gono ingre­sen a poner «orden y paz» en el con­vul­sio­na­do Pakistán.

El obje­ti­vo Pakistán

La actual esca­la­da san­grien­ta en Pakis­tán y las con­ti­nuas adver­ten­cias de EEUU sobre el «peli­gro tali­bán» con­si­guie­ron anar­qui­zar el país con­vir­tién­do­lo en un nue­vo tea­tro ope­ra­ti­vo de la «gue­rra con­tra­te­rro­ris­ta» que tras­la­da el esce­na­rio afgano a Pakis­tán.

Washing­ton ‑así coin­ci­den los exper­tos mili­ta­res- nece­si­ta una argu­men­ta­ción sóli­da para des­ple­gar sus tro­pas y bases mili­ta­res en Pakis­tán y así com­ple­tar su posi­cio­na­mien­to geo­po­lí­ti­co mili­tar en uno de los pun­tos estra­té­gi­cos de la gue­rra por el con­trol de los recur­sos ener­gé­ti­cos (más del 70% de las reser­vas mun­dia­les) ubi­ca­dos den­tro de la zona que defi­ne el eje Eura­sia-Cáu­ca­so-Medio Oriente.

Irak, Afga­nis­tán y Pakis­tán, son paí­ses «lla­ves» den­tro de la estra­te­gia geo­po­lí­ti­ca y mili­tar de EEUU en la gue­rra (por aho­ra «fría») por el apo­de­ra­mien­to de los recur­sos petro­le­ros y gasí­fe­ros, vita­les para su super­vi­ven­cia futu­ra, para lo cual debe con­tro­lar sus fuen­tes de reser­vas y rutas prin­ci­pa­les de transporte.

Para EEUU, Pakis­tán, dota­do de un arse­nal nuclear y con uno de los ejér­ci­tos mejor arma­dos y entre­na­dos de la región (finan­cia­do por EEUU) es el mejor con­tra­pe­so estra­té­gi­co con­tra Irán, un gigan­te islá­mi­co que, ade­más de con­tro­lar la lla­ve petro­le­ra del Gol­fo Pér­si­co, tam­bién com­par­te fron­te­ras con Irak, Tur­quía, Afga­nis­tán y Pakistán.

Tan­to Irán como Pakis­tán con­for­man una caja de reso­nan­cia estra­té­gi­ca de cual­quier con­flic­to que esta­lle tan­to en Medio Orien­te como en el Cáu­ca­so o en los corre­do­res euro­asiá­ti­cos del gas y petró­leo, don­de se acu­mu­la más del 70% de las reser­vas ener­gé­ti­cas mundiales.

Por las líneas geo­po­lí­ti­cas paquis­ta­níes se tras­mi­ten y retras­mi­ten los tea­tros de con­flic­to que atra­vie­san la esca­la com­pren­di­da entre Eura­sia y Medio Orien­te, cuyos des­en­la­ces impac­tan direc­ta­men­te en las fron­te­ras de Irán, ubi­ca­das entre el Mar Cas­pio y el Gol­fo Pér­si­co, las lla­ves estra­té­gi­cas del petró­leo y la ener­gía mundial.

En ese pol­vo­rín de la «gue­rra ener­gé­ti­ca», todo lo que pasa en Pakis­tán reper­cu­te en Tehe­rán y en sus fron­te­ras, y todo lo que pasa en Irán se expan­de rápi­da­men­te a sus veci­nos, y, todos jun­tos, repre­sen­tan el cora­zón estra­té­gi­co de la «gue­rra fría» inter­ca­pi­ta­lis­ta por áreas de influen­cia y recur­sos ener­gé­ti­cos que dispu­tan Rusia y el eje USA-UE.

Ese es el pun­to que expli­ca el alto valor estra­té­gi­co que repre­sen­ta Pakis­tán en la agen­da de Oba­ma, el geren­te impe­rial de turno en la Casa Blanca.

El desa­rro­llo de los últi­mos acon­te­ci­mien­tos pare­cen seña­lar que todo está pre­pa­ra­do para que (invo­can­do la figu­ra del «Esta­do ausen­te») Washing­ton ocu­pe mili­tar­men­te Pakistán.

Todo indi­ca que al demó­cra­ta Barak Oba­ma (siguien­do el lega­do de Bush en Irak y Afga­nis­tán) le toca la misión de ampliar y exten­der el dis­po­si­ti­vo del con­trol geo­po­lí­ti­co mili­tar sobre los corre­do­res ener­gé­ti­cos euro­asiá­ti­cos con la ocu­pa­ción mili­tar de Pakistán.

Un obje­ti­vo nece­sa­rio y com­ple­men­ta­rio para el repo­si­cio­na­mien­to del poder de EEUU en el Cáu­ca­so, y la pro­fun­di­za­ción del con­trol geo­po­lí­ti­co mili­tar sobre la «lla­ve petro­le­ra» del Gol­fo Pér­si­co hoy en manos de Irán.

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(*) Manuel Frey­tas es perio­dis­ta, inves­ti­ga­dor, ana­lis­ta de estruc­tu­ras del poder, espe­cia­lis­ta en inte­li­gen­cia y comu­ni­ca­ción estra­té­gi­ca. Es uno de los auto­res más difun­di­dos y refe­ren­cia­dos en la Web.
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