Las con­tra­dic­cio­nes en el seno del pueblo

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Al hablar sobre nuestro camino hacia la industrialización, me referiré aquí principalmente a la relación entre el desarrollo de la industria pesada, la ligera y la agricultura. Hay que reafirmar que la industria pesada es el centro de la construcción económica de nuestro país. Al mismo tiempo, es necesario prestar plena atención al desenvolvimiento de la agricultura y de la industria ligera.
Como China es un gran país agrario con más del 80 por ciento de la población en las áreas rurales, la industria deber desarrollarse a la par de la agricultura; sólo así podrá la industria disponer de materias primas y de mercado; sólo así se podrán acumular mayor número de fondos para crear una poderosa industria pesada. Todos saben que la industria ligera y la agricultura están estrechísimamente entrelazadas. Sin agricultura no puede haber industria ligera. Pero, aún hoy no comprende bien la gente que la agricultura proporciona un importante mercado a la industria pesada. Sin embargo, a medida que se desarrolla la transformación técnica y la constante modernización de la agricultura, se desarrollarán las ramas de producción que la sirven, tales como maquinarias, fertilizantes, obras hidráulicas, instalaciones de energía eléctrica, transporte, combustible y materiales de construcción para la población. Entonces comprenderá la gente más fácilmente que la agricultura proporciona un importante mercado a la industria pesada. Si durante el periodo del Segundo y Tercer Plan Quinquenal puede darse un mayor impulso a la agricultura y, en correspondencia con ello, se desarrolla más la industria ligera, resultará beneficiada toda la economía nacional. Si se desarrollan la agricultura y la industria ligera, la industria pesada encontrará mercado y fondos y se acelerará su crecimiento. A primera vista puede parecer que el ritmo de la industrialización es despacio, sin embargo, en realidad no es así e incluso puede ser más rápido. Dentro de tres quinquenios o algo más, nuestra producción anual de acero podrá pasar de unas 900.000 toneladas, registradas en 1943, la más alta cifra anual antes de la Liberación a 20 millones de toneladas o más todavía. Entonces estará satisfecha la población urbana y rural.
Hoy no pienso extenderme mucho hablando de los problemas económicos. Carecemos todavía de experiencia en la construcción económica, ya que llevamos tan sólo siete años ocupándonos de ella; necesitamos acumular experiencias. En el terreno de la revolución tampoco teníamos al principio experiencia, sólo después de haber sufrido reveses y adquirido experiencia, obtuvimos la victoria en todo el país. Ahora debemos lograr que el tiempo necesario para adquirir experiencia de la construcción económica no sea tan largo, ni el precio tan alto, como lo que nos costó posesionarnos de la experiencia de la revolución. De todas maneras, tendremos que pagar algún precio por ello, pero esperamos que no sea tanto como lo fue en el periodo de la revolución. Es necesario comprender que en esto hay una contradicción, la existente entre las leyes objetivas del desarrollo económico de la sociedad socialista y nuestro conocimiento subjetivo sobre ellas y debe ser resuelta en la práctica. Esta contradicción se revela también como una contradicción entre personas, entre los que comprenden con relativa certeza las leyes objetivas y los que las comprenden de manera relativamente incorrecta; es, pues, una contradicción en el seno del pueblo. Todas las contradicciones existen objetivamente, y nuestra tarea consiste en conocerlas y resolverlas correctamente, en la medida de lo posible.
Para transformar a China en un país industrial debemos estudiar a conciencia la experiencia avanzada de la Unión Soviética. Desde hace ya cuarenta años, la URSS edifica el socialismo y su experiencia es muy valiosa para nosotros. Veamos, ¿quién ha proyectado y equipado para nosotros tantas fábricas importantes? ¿Acaso los Estados Unidos? ¿Inglaterra, tal vez? No, ninguno de ellos. Sólo la Unión Soviética estuvo deseosa de hacerlo, porque es un país socialista y aliado nuestro. Además de la Unión Soviética, también nos han prestado cierta ayuda algunos países hermanos de la Europa Oriental. Es completamente cierto que tenemos que aprender de las buenas experiencias de todos los países, independientemente de si son socialista o capitalistas; eso no cabe duda. Sin embargo, aprendemos principalmente de la Unión Soviética. Hay dos manera de aprender de otros. Una es la dogmática, que significa copiarlo todo, sea o no aplicable a las condiciones de nuestro país. Esta no es una buena actitud. La otra es hacer funcionar nuestras cabezas y aprender lo que se adapte a nuestras condiciones, es decir, asimilar cuanta experiencia nos sea útil. Esta es la actitud que debemos adoptar.
Reforzar nuestra solidaridad con la Unión Soviética y con todos los países socialistas: tal es nuestra política fundamental, en ello está nuestro interés básico. Debemos también consolidar y desarrollar la solidaridad con los países de Asia y África, así como con todos los países y pueblos amantes de la paz. Unidos a estas dos fuerzas, ya no estaremos solos. En cuanto a los países imperialistas, debemos unirnos también con sus pueblos y esforzarnos por coexistir pacíficamente con estos países, comerciar con ellos y conjurar toda posible guerra. Sin embargo, de ningún modo debemos abrigar ideas ilusorias respecto a ellos.
17 de febrero de 1957

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