La prác­ti­ca

El mate­ria­lis­mo pre­mar­xis­ta exa­mi­na­ba el pro­ble­ma del cono­ci­mien­to al mar­gen de la natu­ra­le­za social del hom­bre y de su desa­rro­llo his­tó­ri­co, y por eso era inca­paz de com­pren­der la depen­den­cia del cono­ci­mien­to res­pec­to a la prác­ti­ca social, es decir, la depen­den­cia del cono­ci­mien­to res­pec­to a la pro­duc­ción y a la lucha de clases.

Ante todo, los mar­xis­tas con­si­de­ran que la acti­vi­dad del hom­bre en la pro­duc­ción es su acti­vi­dad prác­ti­ca más fun­da­men­tal, la que deter­mi­na todas sus demás acti­vi­da­des. El cono­ci­mien­to del hom­bre depen­de prin­ci­pal­men­te de su acti­vi­dad en la pro­duc­ción mate­rial; en el cur­so de ésta, el hom­bre va com­pren­dien­do gra­dual­men­te los fenó­me­nos, las pro­pie­da­des y las leyes de la natu­ra­le­za, así como las rela­cio­nes entre él mis­mo y la natu­ra­le­za, y, tam­bién a tra­vés de su acti­vi­dad en la pro­duc­ción, va cono­cien­do pau­la­ti­na­men­te y en diver­so gra­do deter­mi­na­das rela­cio­nes exis­ten­tes entre los hom­bres. No es posi­ble adqui­rir nin­guno de estos cono­ci­mien­tos fue­ra de la acti­vi­dad en la pro­duc­ción. En una socie­dad sin cla­ses, cada indi­vi­duo, como miem­bro de la socie­dad, unien­do sus esfuer­zos a los de los demás miem­bros y entran­do con ellos en deter­mi­na­das rela­cio­nes de pro­duc­ción, se dedi­ca a la pro­duc­ción para satis­fa­cer las nece­si­da­des mate­ria­les del hom­bre. En todas las socie­da­des de cla­ses, los miem­bros de las dife­ren­tes cla­ses socia­les, entran­do tam­bién, de una u otra mane­ra, en deter­mi­na­das rela­cio­nes de pro­duc­ción, se dedi­can a la pro­duc­ción, des­ti­na­da a satis­fa­cer las nece­si­da­des mate­ria­les del hom­bre. Esto cons­ti­tu­ye la fuen­te fun­da­men­tal des­de la cual se desa­rro­lla el cono­ci­mien­to humano.

La prác­ti­ca social del hom­bre no se redu­ce a su acti­vi­dad en la pro­duc­ción, sino que tie­ne muchas otras for­mas: la lucha de cla­ses, la vida polí­ti­ca, las acti­vi­da­des cien­tí­fi­cas y artís­ti­cas; en resu­men, el hom­bre, como ser social, par­ti­ci­pa en todos los domi­nios de la vida prác­ti­ca de la socie­dad. Por lo tan­to, va cono­cien­do en diver­so gra­do las dife­ren­tes rela­cio­nes entre los hom­bres no sólo a tra­vés de la vida mate­rial, sino tam­bién a tra­vés de la vida polí­ti­ca y la vida cul­tu­ral (ambas estre­cha­men­te liga­das a la vida mate­rial). De estas otras for­mas de la prác­ti­ca social, la lucha de cla­ses en sus diver­sas mani­fes­ta­cio­nes ejer­ce, en par­ti­cu­lar, una influen­cia pro­fun­da sobre el desa­rro­llo del cono­ci­mien­to humano. En la socie­dad de cla­ses, cada per­so­na exis­te como miem­bro de una deter­mi­na­da cla­se, y todas las ideas, sin excep­ción, lle­van su sello de clase.

Los mar­xis­tas sos­tie­nen que la pro­duc­ción en la socie­dad huma­na se desa­rro­lla paso a paso, de lo infe­rior a lo supe­rior, y que, en con­se­cuen­cia, el cono­ci­mien­to que el hom­bre tie­ne tan­to de la natu­ra­le­za como de la socie­dad se desa­rro­lla tam­bién paso a paso, de lo infe­rior a lo supe­rior, es decir, de lo super­fi­cial a lo pro­fun­do, de lo uni­la­te­ral a lo mul­ti­la­te­ral. Duran­te un perio­do muy lar­go en la his­to­ria, el hom­bre se vio cir­cuns­cri­to a una com­pren­sión uni­la­te­ral de la his­to­ria de la socie­dad, ya que, por una par­te, las cla­ses explo­ta­do­ras la defor­ma­ban cons­tan­te­men­te debi­do a sus pre­jui­cios, y, por la otra, la peque­ña esca­la de la pro­duc­ción limi­ta­ba la visión del hom­bre. Sólo cuan­do sur­gió el pro­le­ta­ria­do moderno jun­to con gigan­tes­cas fuer­zas pro­duc­ti­vas (la gran indus­tria), pudo el hom­bre alcan­zar una com­pren­sión glo­bal e his­tó­ri­ca del desa­rro­llo de la socie­dad y trans­for­mar este cono­ci­mien­to en una cien­cia, la cien­cia del marxismo.

Los mar­xis­tas sos­tie­nen que la prác­ti­ca social del hom­bre es el úni­co cri­te­rio de la ver­dad de su cono­ci­mien­to del mun­do exte­rior. Efec­ti­va­men­te, el cono­ci­mien­to del hom­bre que­da con­fir­ma­do sólo cuan­do éste logra los resul­ta­dos espe­ra­dos en el pro­ce­so de la prác­ti­ca social (pro­duc­ción mate­rial, lucha de cla­ses o expe­ri­men­ta­ción cien­tí­fi­ca). Si el hom­bre quie­re obte­ner éxi­to en su tra­ba­jo, es decir, lograr los resul­ta­dos espe­ra­dos, tie­ne que hacer con­cor­dar sus ideas con las leyes del mun­do exte­rior obje­ti­vo; si no con­si­gue esto, fra­ca­sa en la prác­ti­ca. Des­pués de sufrir un fra­ca­so, extrae lec­cio­nes de él, modi­fi­ca sus ideas hacién­do­las con­cor­dar con las leyes del mun­do exte­rior y, de esta mane­ra, pue­de trans­for­mar el fra­ca­so en éxi­to: he aquí lo que se quie­re decir con «el fra­ca­so es madre del éxi­to» y «cada fra­ca­so nos hace más lis­tos». La teo­ría mate­ria­lis­ta dia­léc­ti­ca del cono­ci­mien­to colo­ca la prác­ti­ca en pri­mer plano; con­si­de­ra que el cono­ci­mien­to del hom­bre no pue­de sepa­rar­se ni en lo más míni­mo de la prác­ti­ca, y repu­dia todas las teo­rías erró­neas que nie­gan su impor­tan­cia o sepa­ran de élla el cono­ci­mien­to. Lenin dijo: «La prác­ti­ca es supe­rior al cono­ci­mien­to (teó­ri­co), por­que posee no sólo la dig­ni­dad de la uni­ver­sa­li­dad, sino tam­bién la de la reali­dad inme­dia­ta»1. La filo­so­fía mar­xis­ta —el mate­ria­lis­mo dia­léc­ti­co— tie­ne dos carac­te­rís­ti­cas sobre­sa­lien­tes. Una es su carác­ter de cla­se: afir­ma explí­ci­ta­men­te que el mate­ria­lis­mo dia­léc­ti­co sir­ve al pro­le­ta­ria­do. La otra es su carác­ter prác­ti­co: sub­ra­ya la depen­den­cia de la teo­ría res­pec­to a la prác­ti­ca, sub­ra­ya que la prác­ti­ca es la base de la teo­ría y que ésta, a su vez, sir­ve a la prác­ti­ca. El que sea ver­dad o no un cono­ci­mien­to o teo­ría no se deter­mi­na median­te una apre­cia­ción sub­je­ti­va, sino median­te los resul­ta­dos obje­ti­vos de la prác­ti­ca social. El cri­te­rio de la ver­dad no pue­de ser otro que la prác­ti­ca social. El pun­to de vis­ta de la prác­ti­ca es el pun­to de vis­ta pri­me­ro y fun­da­men­tal de la teo­ría mate­ria­lis­ta dia­léc­ti­ca del cono­ci­mien­to2.

Pero ¿cómo el cono­ci­mien­to humano sur­ge de la prác­ti­ca y sir­ve a su vez a la prác­ti­ca? Para com­pren­der­lo bas­ta con mirar el pro­ce­so de desa­rro­llo del conocimiento.

En el pro­ce­so de la prác­ti­ca, el hom­bre no ve al comien­zo mas que las apa­rien­cias, los aspec­tos ais­la­dos y las cone­xio­nes exter­nas de las cosas. Por ejem­plo, algu­nas per­so­nas de fue­ra vie­nen a Yenán en gira de inves­ti­ga­ción. En los pri­me­ros uno o dos días, ven su topo­gra­fía, calles y casas, entran en con­tac­to con muchas per­so­nas, asis­ten a recep­cio­nes, vela­das y míti­nes, oyen todo tipo de con­ver­sa­cio­nes y leen dife­ren­tes docu­men­tos: todo esto son las apa­rien­cias de las cosas, sus aspec­tos ais­la­dos y sus cone­xio­nes exter­nas. Esta eta­pa del cono­ci­mien­to se deno­mi­na eta­pa sen­so­rial, y es la eta­pa de las sen­sa­cio­nes y las impre­sio­nes. Esto es, las cosas de Yenán, ais­la­das, actuan­do sobre los órga­nos de los sen­ti­dos de los miem­bros del gru­po de inves­ti­ga­ción, han pro­vo­ca­do sen­sa­cio­nes en ellos y hecho sur­gir en su cere­bro mul­ti­tud de impre­sio­nes jun­to con una noción apro­xi­ma­ti­va de las cone­xio­nes exter­nas entre dichas impre­sio­nes: ésta es la pri­me­ra eta­pa del cono­ci­mien­to. En esta eta­pa, el hom­bre no pue­de aún for­mar con­cep­tos, que corres­pon­den a un nivel más pro­fun­do, ni sacar con­clu­sio­nes lógicas.

A medi­da que con­ti­núa la prác­ti­ca social, las cosas que en el cur­so de la prác­ti­ca sus­ci­tan en el hom­bre sen­sa­cio­nes e impre­sio­nes se pre­sen­tan una y otra vez; enton­ces se pro­du­ce en su cere­bro un cam­bio repen­tino (un sal­to) en el pro­ce­so del cono­ci­mien­to y sur­gen los con­cep­tos. Los con­cep­tos ya no cons­ti­tu­yen refle­jos de las apa­rien­cias de las cosas, de sus aspec­tos ais­la­dos y de sus cone­xio­nes exter­nas, sino que cap­tan las cosas en su esen­cia, en su con­jun­to y en sus cone­xio­nes inter­nas. Entre el con­cep­to y la sen­sa­ción exis­te una dife­ren­cia no sólo cuan­ti­ta­ti­va sino tam­bién cua­li­ta­ti­va. Con­ti­nuan­do ade­lan­te, median­te el jui­cio y el razo­na­mien­to, se pue­den sacar con­clu­sio­nes lógi­cas. La expre­sión de la Cró­ni­ca de los tres rei­nos3: «Frun­ció el entre­ce­jo y le vino a la men­te una estra­ta­ge­ma», o la del len­gua­je corrien­te: «Déje­me refle­xio­nar», sig­ni­fi­can que el hom­bre, emplean­do con­cep­tos en el cere­bro, pro­ce­de al jui­cio y al razo­na­mien­to. Esta es la segun­da eta­pa del cono­ci­mien­to. Los miem­bros del gru­po de inves­ti­ga­ción, des­pués de haber reu­ni­do diver­sos datos y, lo que es más, des­pués de «haber refle­xio­na­do», pue­den lle­gar al jui­cio de que «la polí­ti­ca de fren­te úni­co nacio­nal anti­ja­po­nés, apli­ca­da por el Par­ti­do Comu­nis­ta, es con­se­cuen­te, sin­ce­ra y genui­na». Habien­do for­mu­la­do este jui­cio, ellos pue­den, si son tam­bién genui­nos par­ti­da­rios de la uni­dad para sal­var a la nación, dar otro paso ade­lan­te y sacar la siguien­te con­clu­sión: «El fren­te úni­co nacio­nal anti­ja­po­nés pue­de tener éxi­to». Esta eta­pa, la de los con­cep­tos, los jui­cios y los razo­na­mien­tos, es aún más impor­tan­te en el pro­ce­so com­ple­to del cono­ci­mien­to de una cosa por el hom­bre; es la eta­pa del cono­ci­mien­to racio­nal. La ver­da­de­ra tarea del cono­ci­mien­to con­sis­te en lle­gar, pasan­do por las sen­sa­cio­nes, al pen­sa­mien­to, en lle­gar paso a paso a la com­pren­sión de las con­tra­dic­cio­nes inter­nas de las cosas obje­ti­vas, de sus leyes y de las cone­xio­nes inter­nas entre un pro­ce­so y otro, es decir, en lle­gar al cono­ci­mien­to lógi­co. Repe­ti­mos: el cono­ci­mien­to lógi­co difie­re del cono­ci­mien­to sen­so­rial en que éste con­cier­ne a los aspec­tos ais­la­dos, las apa­rien­cias y las cone­xio­nes exter­nas de las cosas, mien­tras que aquél, dan­do un gran paso ade­lan­te alcan­za al con­jun­to, a la esen­cia y a las cone­xio­nes inter­nas de las cosas, pone al des­cu­bier­to las con­tra­dic­cio­nes inter­nas del mun­do cir­cun­dan­te y pue­de, por con­si­guien­te, lle­gar a domi­nar el desa­rro­llo del mun­do cir­cun­dan­te en su con­jun­to, en las cone­xio­nes inter­nas de todos sus aspectos.

Nadie antes del mar­xis­mo ela­bo­ró una teo­ría como ésta, la mate­ria­lis­ta dia­léc­ti­ca, sobre el pro­ce­so de desa­rro­llo del cono­ci­mien­to, el que se basa en la prác­ti­ca y va de lo super­fi­cial a lo pro­fun­do. Es el mate­ria­lis­mo mar­xis­ta el pri­me­ro en resol­ver correc­ta­men­te este pro­ble­ma, ponien­do en evi­den­cia de mane­ra mate­ria­lis­ta y dia­léc­ti­ca el movi­mien­to de pro­fun­di­za­ción del cono­ci­mien­to, movi­mien­to por el cual el hom­bre, como ser social, pasa del cono­ci­mien­to sen­so­rial al cono­ci­mien­to lógi­co en su com­ple­ja y cons­tan­te­men­te repe­ti­da prác­ti­ca de la pro­duc­ción y de la lucha de cla­ses. Lenin dijo: «La abs­trac­ción de la mate­ria, de una ley de la natu­ra­le­za, la abs­trac­ción del valor, etc., en una pala­bra, todas las abs­trac­cio­nes cien­tí­fi­cas (correc­tas, serias, no absur­das) refle­jan la natu­ra­le­za en for­ma más pro­fun­da, veraz y com­ple­ta»4. El mar­xis­mo-leni­nis­mo sos­tie­ne que cada una de las dos eta­pas del pro­ce­so cog­nos­ci­ti­vo tie­ne sus pro­pias carac­te­rís­ti­cas: en la eta­pa infe­rior, el cono­ci­mien­to se mani­fies­ta como cono­ci­mien­to sen­so­rial y, en la eta­pa supe­rior, como cono­ci­mien­to lógi­co, pero ambas son eta­pas de un pro­ce­so cog­nos­ci­ti­vo úni­co. Lo sen­so­rial y lo racio­nal son cua­li­ta­ti­va­men­te dife­ren­tes; sin embar­go, uno y otro no están des­li­ga­dos, sino uni­dos sobre la base de la prác­ti­ca. Nues­tra prác­ti­ca tes­ti­mo­nia que no pode­mos com­pren­der inme­dia­ta­men­te lo que per­ci­bi­mos, y que pode­mos per­ci­bir con mayor pro­fun­di­dad sólo aque­llo que ya com­pren­de­mos. La sen­sa­ción sólo resuel­ve el pro­ble­ma de las apa­rien­cias; úni­ca­men­te la teo­ría pue­de resol­ver el pro­ble­ma de la esen­cia. La solu­ción de nin­guno de estos pro­ble­mas pue­de sepa­rar­se ni en lo más míni­mo de la prác­ti­ca. Quien quie­ra cono­cer una cosa, no podrá con­se­guir­lo sin entrar en con­tac­to con ella, es decir, sin vivir (prac­ti­car) en el mis­mo medio de esa cosa. En la socie­dad feu­dal era impo­si­ble cono­cer de ante­mano las leyes de la socie­dad capi­ta­lis­ta, pues no había apa­re­ci­do aún el capi­ta­lis­mo y fal­ta­ba la prác­ti­ca corres­pon­dien­te. El mar­xis­mo sólo podía ser pro­duc­to de la socie­dad capi­ta­lis­ta. Marx, en la épo­ca del capi­ta­lis­mo libe­ral, no podía cono­cer con­cre­ta­men­te, de ante­mano, cier­tas leyes pecu­lia­res de la épo­ca del impe­ria­lis­mo, ya que no había apa­re­ci­do aún el impe­ria­lis­mo, fase final del capi­ta­lis­mo, y fal­ta­ba la prác­ti­ca corres­pon­dien­te; sólo Lenin y Sta­lin pudie­ron asu­mir esta tarea. Apar­te de su genio, la razón prin­ci­pal por la cual Marx, Engels, Lenin y Sta­lin pudie­ron crear sus teo­rías fue su par­ti­ci­pa­ción per­so­nal en la prác­ti­ca de la lucha de cla­ses y de la expe­ri­men­ta­ción cien­tí­fi­ca de su tiem­po; sin este requi­si­to, nin­gún genio podría haber logra­do éxi­to. La expre­sión: «Sin salir de su casa, el letra­do sabe todo cuan­to suce­de en el mun­do» no era más que una fra­se hue­ca en los tiem­pos anti­guos, cuan­do la téc­ni­ca esta­ba poco desa­rro­lla­da; y en nues­tra épo­ca de téc­ni­ca desa­rro­lla­da, aun­que tal cosa es rea­li­za­ble, los úni­cos que tie­nen autén­ti­cos cono­ci­mien­tos de pri­me­ra mano son las per­so­nas que en el mun­do se dedi­can a la prác­ti­ca. Y sólo cuan­do, gra­cias a la escri­tu­ra y a la téc­ni­ca, lle­gan al «letra­do» los cono­ci­mien­tos que estas per­so­nas han adqui­ri­do en su prác­ti­ca, pue­de éste, indi­rec­ta­men­te, «saber todo cuan­to suce­de en el mun­do». Para cono­cer direc­ta­men­te tal o cual cosa o cosas, es pre­ci­so par­ti­ci­par per­so­nal­men­te en la lucha prác­ti­ca por trans­for­mar la reali­dad, por trans­for­mar dicha cosa o cosas, pues es éste el úni­co medio de entrar en con­tac­to con sus apa­rien­cias; asi­mis­mo, es éste el úni­co medio de poner al des­cu­bier­to la esen­cia de dicha cosa o cosas y com­pren­der­las. Tal es el pro­ce­so cog­nos­ci­ti­vo que en reali­dad siguen todos los hom­bres, si bien algu­na gen­te defor­man­do deli­be­ra­da­men­te los hechos afir­ma lo con­tra­rio. La gen­te más ridí­cu­la del mun­do son los «sabe­lo­to­do» que, reco­gien­do de oídas cono­ci­mien­tos frag­men­ta­rios y super­fi­cia­les, se las dan de «máxi­ma auto­ri­dad en el mun­do», lo que tes­ti­mo­nia sim­ple­men­te su fatui­dad. El cono­ci­mien­to es pro­ble­ma de la cien­cia y ésta no admi­te ni la menor des­ho­nes­ti­dad ni la menor pre­sun­ción; lo que exi­ge es cier­ta­men­te lo con­tra­rio: hones­ti­dad y modes­tia. Si quie­res cono­cer, tie­nes que par­ti­ci­par en la prác­ti­ca trans­for­ma­do­ra de la reali­dad. Si quie­res cono­cer el sabor de una pera, tie­nes tú mis­mo que trans­for­mar­la comién­do­la. Si quie­res cono­cer la estruc­tu­ra y las pro­pie­da­des del áto­mo, tie­nes que hacer expe­ri­men­tos físi­cos y quí­mi­cos, cam­biar el esta­do del áto­mo. Si quie­res cono­cer la teo­ría y los méto­dos de la revo­lu­ción, tie­nes que par­ti­ci­par en la revo­lu­ción. Todo cono­ci­mien­to autén­ti­co nace de la expe­rien­cia direc­ta. Sin embar­go, el hom­bre no pue­de tener expe­rien­cia direc­ta de todas la cosas y, de hecho, la mayor par­te de nues­tros cono­ci­mien­tos pro­vie­ne de la expe­rien­cia indi­rec­ta, por ejem­plo, todos los cono­ci­mien­tos de los siglos pasa­dos y de otros paí­ses. Estos cono­ci­mien­tos fue­ron o son, para nues­tros ante­ce­so­res y los extran­je­ros, pro­duc­to de la expe­rien­cia direc­ta, y mere­cen con­fian­za si en el cur­so de esa expe­rien­cia direc­ta se ha cum­pli­do la con­di­ción de «abs­trac­ción cien­tí­fi­ca» de que habla­ba Lenin y si refle­jan de un modo cien­tí­fi­co la reali­dad obje­ti­va; en caso con­tra­rio, no la mere­cen. Por eso, los cono­ci­mien­tos de una per­so­na los cons­ti­tu­yen sólo dos sec­to­res: uno pro­vie­ne de la expe­rien­cia direc­ta y el otro, de la expe­rien­cia indi­rec­ta. Ade­más, lo que para mí es expe­rien­cia indi­rec­ta, cons­ti­tu­ye expe­rien­cia direc­ta para otros. Por lo tan­to, con­si­de­ra­dos en su con­jun­to, los cono­ci­mien­tos, sean del tipo de fue­ren, no pue­den sepa­rar­se de la expe­rien­cia direc­ta. Todo cono­ci­mien­to se ori­gi­na en las sen­sa­cio­nes que el hom­bre obtie­ne del mun­do exte­rior obje­ti­vo a tra­vés de los órga­nos de los sen­ti­dos; no es mate­ria­lis­ta quien nie­gue la sen­sa­ción, nie­gue la expe­rien­cia direc­ta, o nie­gue la par­ti­ci­pa­ción per­so­nal en la prác­ti­ca trans­for­ma­do­ra de la reali­dad. Es por esto que los «sabe­lo­to­do» son ridícu­los. Un anti­guo pro­ver­bio chino dice: «Si uno no entra en la gua­ri­da del tigre, ¿cómo podrá apo­de­rar­se de sus cacho­rros?» Este pro­ver­bio es ver­dad tan­to para la prác­ti­ca del hom­bre como para la teo­ría del cono­ci­mien­to. No pue­de haber cono­ci­mien­to al mar­gen de la práctica.

Para poner en cla­ro el movi­mien­to mate­ria­lis­ta dia­léc­ti­co del cono­ci­mien­to, movi­mien­to de pro­fun­di­za­ción gra­dual del cono­ci­mien­to, sur­gi­do sobre la base de la prác­ti­ca trans­for­ma­do­ra de la reali­dad, dare­mos a con­ti­nua­ción ejem­plos concretos.

En el perio­do ini­cial de su prác­ti­ca, perio­do de des­truc­ción de las máqui­nas y de lucha espon­tá­nea, el pro­le­ta­ria­do se encon­tra­ba, en cuan­to a su cono­ci­mien­to de la socie­dad capi­ta­lis­ta, sólo en la eta­pa del cono­ci­mien­to sen­so­rial; cono­cía sólo los aspec­tos ais­la­dos y las cone­xio­nes exter­nas de los diver­sos fenó­me­nos del capi­ta­lis­mo. En esa épo­ca el pro­le­ta­ria­do era toda­vía una «cla­se en sí». Sin embar­go, el pro­le­ta­ria­do se con­vir­tió en una «cla­se para sí» cuan­do, entran­do en el segun­do perio­do de su prác­ti­ca, perio­do de lucha eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca cons­cien­te y orga­ni­za­da, lle­gó a com­pren­der la esen­cia de la socie­dad capi­ta­lis­ta, las rela­cio­nes de explo­ta­ción entre las cla­ses socia­les y sus pro­pias tareas his­tó­ri­cas, gra­cias a su prác­ti­ca, a su varia­da expe­rien­cia de lar­gos años de lucha y a su edu­ca­ción en la teo­ría mar­xis­ta, resu­men cien­tí­fi­co hecho por Marx y Engels de dicha experiencia.

Lo mis­mo pasó con el cono­ci­mien­to del pue­blo chino res­pec­to al impe­ria­lis­mo. La pri­me­ra eta­pa fue la del cono­ci­mien­to sen­so­rial, super­fi­cial, tal como se mani­fes­tó en las indis­cri­mi­na­das luchas con­tra los extran­je­ros, ocu­rri­das duran­te los movi­mien­tos del Rei­no Celes­tial Tai­ping5, del Yije­tuan y otros6. Sólo en la segun­da eta­pa, la del cono­ci­mien­to racio­nal, el pue­blo chino dis­cer­nió las dife­ren­tes con­tra­dic­cio­nes inter­nas y exter­nas del impe­ria­lis­mo y com­pren­dió la ver­dad esen­cial de que el impe­ria­lis­mo, en alian­za con la bur­gue­sía com­pra­do­ra y la cla­se feu­dal, opri­mía y explo­ta­ba a las amplias masas popu­la­res de Chi­na; tal cono­ci­mien­to no comen­zó sino por la épo­ca del movi­mien­to del 4 de mayo de 19197.

Vea­mos aho­ra la gue­rra. Si los diri­gen­tes mili­ta­res care­cen de expe­rien­cia mili­tar, no podrán com­pren­der en la eta­pa ini­cial las leyes pro­fun­das que rigen la direc­ción de una gue­rra espe­cí­fi­ca (por ejem­plo, nues­tra Gue­rra Revo­lu­cio­na­ria Agra­ria de los últi­mos diez años). En la eta­pa ini­cial, sólo vivi­rán la expe­rien­cia de nume­ro­sos com­ba­tes y, lo que es más, sufri­rán muchas derro­tas. Sin embar­go, esta expe­rien­cia (la expe­rien­cia de los com­ba­tes gana­dos y, sobre todo, la de los per­di­dos) les per­mi­ti­rá com­pren­der lo que por den­tro arti­cu­la toda la gue­rra, es decir, las leyes de esa gue­rra espe­cí­fi­ca, com­pren­der su estra­te­gia y sus tác­ti­cas, y de este modo, diri­gir­la con segu­ri­dad. Si en ese momen­to se con­fía el man­do de la gue­rra a una per­so­na inex­per­ta, ella tam­bién ten­drá que sufrir una serie de derro­tas (es decir, adqui­rir expe­rien­cia) antes de poder com­pren­der las ver­da­de­ras leyes de la guerra.

Con fre­cuen­cia, de algún cama­ra­da que no tie­ne cora­je para acep­tar una tarea, oímos decir: «No estoy segu­ro de poder cum­plir­la». ¿Por qué no está segu­ro de sí mis­mo? Por­que no com­pren­de el con­te­ni­do y las cir­cuns­tan­cias de ese tra­ba­jo según las leyes que lo rigen, por­que no ha teni­do o ha teni­do muy poco con­tac­to con seme­jan­te tra­ba­jo, de modo que no se pue­de ni hablar de que conoz­ca tales leyes. Pero, des­pués de un aná­li­sis deta­lla­do de la natu­ra­le­za y las cir­cuns­tan­cias de ese tra­ba­jo, se sen­ti­rá rela­ti­va­men­te segu­ro de sí mis­mo y los acep­ta­rá de buen gra­do. Si se dedi­ca a él por algún tiem­po y adquie­re expe­rien­cia, y si está dis­pues­to a exa­mi­nar la situa­ción con pru­den­cia, en vez de abor­dar­la de una mane­ra sub­je­ti­va, uni­la­te­ral y super­fi­cial, será capaz de lle­gar por sí mis­mo a con­clu­sio­nes sobre cómo deber hacer el tra­ba­jo y lo hará con mucho mayor cora­je. Sólo quie­nes abor­dan los pro­ble­mas de mane­ra sub­je­ti­va, uni­la­te­ral y super­fi­cial, dic­tan órde­nes pre­sun­tuo­sa­men­te ape­nas lle­gan a un nue­vo lugar, sin con­si­de­rar las cir­cuns­tan­cias, sin exa­mi­nar las cosas en su tota­li­dad (su his­to­ria y su situa­ción actual en con­jun­to) ni pene­trar en su esen­cia (su natu­ra­le­za y las cone­xio­nes inter­nas entre una cosa y otras). Seme­jan­tes per­so­nas tro­pie­zan y caen inevitablemente.

Así se ve que el pri­mer paso en el pro­ce­so del cono­ci­mien­to es el con­tac­to con las cosas del mun­do exte­rior; esto corres­pon­de a la eta­pa de las sen­sa­cio­nes. El segun­do es sin­te­ti­zar los datos pro­por­cio­na­dos por las sen­sa­cio­nes, orde­nán­do­los y ela­bo­rán­do­los; esto corres­pon­de a la eta­pa de los con­cep­tos, los jui­cios y los razo­na­mien­tos. Sólo cuan­do los datos pro­por­cio­na­dos por las sen­sa­cio­nes son muy ricos (no frag­men­ta­rios e incom­ple­tos) y acor­des con la reali­dad (no ilu­so­rios), pue­den ser­vir de base para for­mar con­cep­tos correc­tos y una lógi­ca correcta.

Aquí hay que sub­ra­yar dos pun­tos impor­tan­tes. El pri­me­ro, que se ha seña­la­do más arri­ba pero que con­vie­ne reite­rar, es la depen­den­cia del cono­ci­mien­to racio­nal res­pec­to al cono­ci­mien­to sen­so­rial. Es idea­lis­ta quien con­si­de­re posi­ble que el cono­ci­mien­to racio­nal no pro­ven­ga del cono­ci­mien­to sen­so­rial. En la his­to­ria de la filo­so­fía exis­te la escue­la «racio­na­lis­ta», que sólo reco­no­ce la reali­dad de la razón y nie­ga la reali­dad de la expe­rien­cia, con­si­de­ran­do que sólo es dig­na de cré­di­to la razón y no la expe­rien­cia sen­so­rial; su error con­sis­te en tras­to­car los hechos. Lo racio­nal mere­ce cré­di­to pre­ci­sa­men­te por­que dima­na de lo sen­so­rial; de otro modo, lo racio­nal sería arro­yo sin fuen­te, árbol sin raí­ces, algo sub­je­ti­vo, auto­ge­ne­ra­do e indigno de con­fian­za. En el orden que sigue el pro­ce­so del cono­ci­mien­to, la expe­rien­cia sen­so­rial vie­ne pri­me­ro; si sub­ra­ya­mos la impor­tan­cia de la prác­ti­ca social en el pro­ce­so del cono­ci­mien­to, es por­que sólo ella pue­de dar ori­gen al cono­ci­mien­to humano y per­mi­tir al hom­bre comen­zar a adqui­rir expe­rien­cia sen­so­rial del mun­do exte­rior obje­ti­vo. Para una per­so­na que cie­rra los ojos y se tapa los oídos y se aís­la total­men­te del mun­do exte­rior obje­ti­vo, no hay cono­ci­mien­to posi­ble. El cono­ci­mien­to comien­za con la expe­rien­cia: éste es el mate­ria­lis­mo de la teo­ría del conocimiento.

El segun­do pun­to es que el cono­ci­mien­to nece­si­ta pro­fun­di­zar­se, nece­si­ta desa­rro­llar­se de la eta­pa sen­so­rial a la racio­nal: ésta es la dia­léc­ti­ca de la teo­ría del cono­ci­mien­to8. Pen­sar que el cono­ci­mien­to pue­de que­dar­se en la eta­pa infe­rior, sen­so­rial, y que sólo es digno de cré­di­to el cono­ci­mien­to sen­so­rial y no el racio­nal, sig­ni­fi­ca caer en el «empi­ris­mo», error ya cono­ci­do en la his­to­ria. El error de esta teo­ría con­sis­te en igno­rar que los datos pro­por­cio­na­dos por las sen­sa­cio­nes, aun­que cons­ti­tu­yen refle­jos de deter­mi­na­das reali­da­des del mun­do exte­rior obje­ti­vo (aquí no me refie­ro al empi­ris­mo idea­lis­ta, que redu­ce la expe­rien­cia a la lla­ma­da intros­pec­ción), no pasan de ser uni­la­te­ra­les y super­fi­cia­les, refle­jos incom­ple­tos de las cosas, que no tra­du­cen su esen­cia. Para refle­jar ple­na­men­te una cosa en su tota­li­dad, para refle­jar su esen­cia y sus leyes inter­nas, hay que pro­ce­der a una ope­ra­ción men­tal, some­ter los ricos datos sumi­nis­tra­dos por las sen­sa­cio­nes a una ela­bo­ra­ción que con­sis­te en dese­char la cás­ca­ra para que­dar­se con el grano, des­car­tar lo fal­so para con­ser­var lo ver­da­de­ro, pasar de un aspec­to a otro y de lo externo a lo interno, for­man­do así un sis­te­ma de con­cep­tos y teo­rías; es nece­sa­rio dar un sal­to del cono­ci­mien­to sen­so­rial al racio­nal. Los cono­ci­mien­tos ela­bo­ra­dos no son menos sus­tan­cio­sos ni menos dig­nos de con­fian­za. Por el con­tra­rio, todo aque­llo que en el pro­ce­so del cono­ci­mien­to ha sido cien­tí­fi­ca­men­te ela­bo­ra­do sobre la base de la prác­ti­ca, refle­ja la reali­dad obje­ti­va, como dice Lenin, en for­ma más pro­fun­da, veraz y com­ple­ta. Los «prác­ti­cos» vul­ga­res no pro­ce­den así; res­pe­tan la expe­rien­cia pero des­pre­cian la teo­ría, y en con­se­cuen­cia no pue­den tener una visión que abar­que un pro­ce­so obje­ti­vo en su tota­li­dad, care­cen de una orien­ta­ción cla­ra y de una pers­pec­ti­va de lar­go alcan­ce, y se con­ten­tan con sus éxi­tos oca­sio­na­les y con frag­men­tos de la ver­dad. Si esas per­so­nas diri­gen una revo­lu­ción, la con­du­ci­rán a un calle­jón sin salida.

El cono­ci­mien­to racio­nal depen­de del cono­ci­mien­to sen­so­rial, y éste nece­si­ta desa­rro­llar­se has­ta con­ver­tir­se en cono­ci­mien­to racio­nal: tal es la teo­ría mate­ria­lis­ta dia­léc­ti­ca del cono­ci­mien­to. En la filo­so­fía, ni el «racio­na­lis­mo» ni el «empi­ris­mo» entien­den el carác­ter his­tó­ri­co, o dia­léc­ti­co, del cono­ci­mien­to, y aun­que cada una de estas escue­las con­tie­ne un aspec­to de la ver­dad (me refie­ro al racio­na­lis­mo y al empi­ris­mo mate­ria­lis­tas, y no idea­lis­tas), ambas son erró­neas en cuan­to a la teo­ría del cono­ci­mien­to en su con­jun­to. El movi­mien­to mate­ria­lis­ta dia­léc­ti­co del cono­ci­mien­to des­de lo sen­so­rial a lo racio­nal ocu­rre tan­to en un peque­ño pro­ce­so cog­nos­ci­ti­vo (por ejem­plo, cono­cer una sola cosa, un solo tra­ba­jo) como en uno gran­de (por ejem­plo, cono­cer una socie­dad o una revolución).

Sin embar­go, el movi­mien­to del cono­ci­mien­to no aca­ba ahí. Dete­ner el movi­mien­to mate­ria­lis­ta dia­léc­ti­co del cono­ci­mien­to en el cono­ci­mien­to racio­nal, sería tocar sólo la mitad del pro­ble­ma y, más aún, según la filo­so­fía mar­xis­ta, la mitad menos impor­tan­te. La filo­so­fía mar­xis­ta con­si­de­ra que el pro­ble­ma más impor­tan­te no con­sis­te en com­pren­der las leyes del mun­do obje­ti­vo para estar en con­di­cio­nes de inter­pre­tar el mun­do, sino en apli­car el cono­ci­mien­to de esas leyes para trans­for­mar­lo acti­va­men­te. Para el mar­xis­mo, la teo­ría es impor­tan­te, y su impor­tan­cia está ple­na­men­te expre­sa­da en la siguien­te fra­se de Lenin: «Sin teo­ría revo­lu­cio­na­ria, no pue­de haber tam­po­co movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio»9. Pero el mar­xis­mo sub­ra­ya la impor­tan­cia de la teo­ría pre­ci­sa y úni­ca­men­te por­que pue­de ser­vir de guía para la acción. Si tene­mos una teo­ría jus­ta, pero nos con­ten­ta­mos con hacer de ella un tema de con­ver­sa­ción y la deja­mos archi­va­da en lugar de poner­la en prác­ti­ca, seme­jan­te teo­ría, por bue­na que sea, care­ce­rá de sig­ni­fi­ca­ción. El cono­ci­mien­to comien­za por la prác­ti­ca, y todo cono­ci­mien­to teó­ri­co, adqui­ri­do a tra­vés de la prác­ti­ca, debe vol­ver a ella. La fun­ción acti­va del cono­ci­mien­to no sola­men­te se mani­fies­ta en el sal­to acti­vo del cono­ci­mien­to sen­so­rial al racio­nal, sino que tam­bién, lo que es más impor­tan­te, debe mani­fes­tar­se en el sal­to del cono­ci­mien­to racio­nal a la prác­ti­ca revo­lu­cio­na­ria. El cono­ci­mien­to que alcan­za las leyes del mun­do hay que diri­gir­lo de nue­vo a la prác­ti­ca trans­for­ma­do­ra del mun­do, hay que apli­car­lo nue­va­men­te a la prác­ti­ca de la pro­duc­ción, a la prác­ti­ca de la lucha de cla­ses revo­lu­cio­na­ria y de la lucha nacio­nal revo­lu­cio­na­ria, así como a la prác­ti­ca de la expe­ri­men­ta­ción cien­tí­fi­ca. Éste es el pro­ce­so de com­pro­ba­ción y desa­rro­llo de la teo­ría, la con­ti­nua­ción del pro­ce­so glo­bal del cono­ci­mien­to. El pro­ble­ma de saber si una teo­ría corres­pon­de a la ver­dad obje­ti­va no se resuel­ve ni pue­de resol­ver­se com­ple­ta­men­te en el arri­ba des­cri­to movi­mien­to del cono­ci­mien­to des­de lo sen­so­rial a lo racio­nal. El úni­co medio para resol­ver com­ple­ta­men­te este pro­ble­ma es diri­gir de nue­vo el cono­ci­mien­to racio­nal a la prác­ti­ca social, apli­car la teo­ría a la prác­ti­ca y ver si con­du­ce a los obje­ti­vos plan­tea­dos. Muchas teo­rías de las cien­cias natu­ra­les son reco­no­ci­das como ver­da­des no sólo por­que fue­ron crea­das por los cien­tí­fi­cos, sino por­que han sido com­pro­ba­das en la prác­ti­ca cien­tí­fi­ca ulte­rior. Igual­men­te, el mar­xis­mo-leni­nis­mo es reco­no­ci­do como ver­dad no sólo por­que esta doc­tri­na fue ela­bo­ra­da cien­tí­fi­ca­men­te por Marx, Engels, Lenin y Sta­lin, sino por­que ha sido com­pro­ba­da en la ulte­rior prác­ti­ca de la lucha de cla­ses revo­lu­cio­na­ria y de la lucha nacio­nal revo­lu­cio­na­ria. El mate­ria­lis­mo dia­léc­ti­co es una ver­dad uni­ver­sal por­que nadie, en su prác­ti­ca, pue­de esca­par a su domi­nio. La his­to­ria del cono­ci­mien­to humano nos ense­ña que la ver­dad de muchas teo­rías era incom­ple­ta y que la com­pro­ba­ción en la prác­ti­ca ha per­mi­ti­do com­ple­tar­la. Nume­ro­sas teo­rías eran erró­neas, y la com­pro­ba­ción en la prác­ti­ca ha per­mi­ti­do corre­gir­las. Es por esto que la prác­ti­ca es el cri­te­rio de la ver­dad y que «el pun­to de vis­ta de la vida, de la prác­ti­ca, debe ser el pun­to de vis­ta pri­me­ro y fun­da­men­tal de la teo­ría del cono­ci­mien­to»10. Sta­lin tenía razón al decir: «[…] la teo­ría deja de tener obje­to cuan­do no se halla vin­cu­la­da a la prác­ti­ca revo­lu­cio­na­ria, exac­ta­men­te del mis­mo modo que la prác­ti­ca es cie­ga si la teo­ría revo­lu­cio­na­ria no alum­bra su camino»11.

¿Se con­su­ma aquí el movi­mien­to del cono­ci­mien­to? Nues­tra res­pues­ta es sí y no. Cuan­do los hom­bres, como seres socia­les, se dedi­can a la prác­ti­ca trans­for­ma­do­ra de un deter­mi­na­do pro­ce­so obje­ti­vo (sea natu­ral o social) en una eta­pa deter­mi­na­da de su desa­rro­llo, pue­den, a con­se­cuen­cia del refle­jo del pro­ce­so obje­ti­vo en su cere­bro y de su pro­pia acti­vi­dad cons­cien­te, hacer avan­zar su cono­ci­mien­to des­de lo sen­so­rial a lo racio­nal, y crear ideas, teo­rías, pla­nes o pro­yec­tos que corres­pon­dan, en tér­mi­nos gene­ral, a las leyes que rigen el pro­ce­so obje­ti­vo en cues­tión. Lue­go, apli­can estas ideas, teo­rías, pla­nes o pro­yec­tos a la prác­ti­ca del mis­mo pro­ce­so obje­ti­vo. Si alcan­zan los obje­ti­vos plan­tea­dos, es decir, si en la prác­ti­ca de este mis­mo pro­ce­so logran hacer reali­dad las ideas, teo­rías, pla­nes o pro­yec­tos pre­via­men­te for­mu­la­dos, o hacer­los reali­dad en líneas gene­ra­les, enton­ces pue­de con­si­de­rar­se con­su­ma­do el movi­mien­to del cono­ci­mien­to de este pro­ce­so espe­cí­fi­co. Pue­den dar­se por logra­dos los obje­ti­vos pre­vis­tos cuan­do, por ejem­plo, en el pro­ce­so de trans­for­mar la natu­ra­le­za, se rea­li­za un pro­yec­to de inge­nie­ría, se veri­fi­ca una hipó­te­sis cien­tí­fi­ca, se fabri­ca un uten­si­lio o se cose­cha un cul­ti­vo, o, en el pro­ce­so de trans­for­mar la socie­dad, se gana una huel­ga, se ven­ce en una gue­rra, o se cum­ple un plan edu­ca­cio­nal. Sin embar­go, por lo gene­ral, tan­to en la prác­ti­ca que trans­for­ma la natu­ra­le­za como en la que trans­for­ma la socie­dad, muy rara vez se rea­li­zan sin nin­gu­na alte­ra­ción las ideas, teo­rías, pla­nes o pro­yec­tos pre­via­men­te ela­bo­ra­dos por el hom­bre. Esto se debe a que la gen­te que se dedi­ca a la trans­for­ma­ción de la reali­dad está siem­pre suje­ta a nume­ro­sas limi­ta­cio­nes; no solo se encuen­tra limi­ta­da por las con­di­cio­nes cien­tí­fi­cas y téc­ni­cas exis­ten­tes, sino tam­bién por el desa­rro­llo del pro­pio pro­ce­so obje­ti­vo y el gra­do en que éste se mani­fies­ta (aún no se han reve­la­do ple­na­men­te los dife­ren­tes aspec­tos y la esen­cia del pro­ce­so obje­ti­vo). En esta situa­ción, debi­do a que en el cur­so de la prác­ti­ca se des­cu­bren cir­cuns­tan­cias impre­vis­tas, con fre­cuen­cia se modi­fi­can par­cial­men­te y a veces inclu­so com­ple­ta­men­te las ideas, teo­rías, pla­nes o pro­yec­tos. Dicho de otra mane­ra, se dan casos en que las ideas, teo­rías, pla­nes o pro­yec­tos ori­gi­na­les no corres­pon­den, en par­te o en todo, a la reali­dad, son par­cial o total­men­te erró­neos. A menu­do, sólo des­pués de repe­ti­dos fra­ca­sos se logra corre­gir los erro­res en el cono­ci­mien­to y hacer con­cor­dar a éste con las leyes del pro­ce­so obje­ti­vo y, por con­si­guien­te, trans­for­mar lo sub­je­ti­vo en obje­ti­vo, es decir, obte­ner en la prác­ti­ca los resul­ta­dos espe­ra­dos. En todo caso, cuan­do se lle­ga a este pun­to, pue­de con­si­de­rar­se con­su­ma­do el movi­mien­to del cono­ci­mien­to humano res­pec­to a un pro­ce­so obje­ti­vo dado en una eta­pa deter­mi­na­da de su desarrollo.

Sin embar­go, con­si­de­ra­do el pro­ce­so en su avan­ce, el movi­mien­to del cono­ci­mien­to humano no está con­su­ma­do. En vir­tud de sus con­tra­dic­cio­nes y luchas inter­nas, todo pro­ce­so, sea natu­ral o social, avan­za y se desa­rro­lla, y, en con­so­nan­cia con ello, tam­bién tie­ne que avan­zar y desa­rro­llar­se el movi­mien­to del cono­ci­mien­to humano. En cuan­to a los movi­mien­tos socia­les, los autén­ti­cos diri­gen­tes revo­lu­cio­na­rios no sólo deben saber corre­gir los erro­res que se des­cu­bran en sus ideas, teo­rías, pla­nes o pro­yec­tos, como ya se ha dicho ante­rior­men­te, sino que, ade­más, cuan­do un deter­mi­na­do pro­ce­so obje­ti­vo avan­za y cam­bia pasan­do de una eta­pa de desa­rro­llo a otra, deben saber avan­zar y cam­biar, a la par, en su cono­ci­mien­to sub­je­ti­vo, y con­se­guir que todos los que par­ti­ci­pan en la revo­lu­ción hagan lo mis­mo, es decir, deben saber plan­tear, de acuer­do con los nue­vos cam­bios pro­du­ci­dos en la situa­ción, nue­vas tareas revo­lu­cio­na­rias y nue­vos pro­yec­tos de tra­ba­jo. En un perio­do revo­lu­cio­na­rio, la situa­ción cam­bia con mucha rapi­dez, y si el cono­ci­mien­to de los revo­lu­cio­na­rios no cam­bia tam­bién rápi­da­men­te en con­for­mi­dad con la situa­ción, no serán capa­ces de con­du­cir la revo­lu­ción a la victoria.

No obs­tan­te, suce­de a menu­do que el pen­sa­mien­to se reza­ga res­pec­to a la reali­dad; esto se debe a que el cono­ci­mien­to del hom­bre está limi­ta­do por nume­ro­sas con­di­cio­nes socia­les. Nos opo­ne­mos a los tes­ta­ru­dos en las filas revo­lu­cio­na­rias, cuyo pen­sa­mien­to no pro­gre­sa en con­cor­dan­cia con las cir­cuns­tan­cias obje­ti­vas cam­bian­tes y se ha mani­fes­ta­do en la his­to­ria como opor­tu­nis­mo de dere­cha. Estas per­so­nas no ven que la lucha de los con­tra­rios ha hecho avan­zar el pro­ce­so obje­ti­vo, mien­tras que su cono­ci­mien­to se halla atas­ca­do aún en la vie­ja eta­pa. Esto es carac­te­rís­ti­co del pen­sa­mien­to de todos los tes­ta­ru­dos. Su pen­sa­mien­to está apar­ta­do de la prác­ti­ca social y no son capa­ces de ir delan­te guian­do el carro de la socie­dad; se limi­tan a ir a ras­tras, refun­fu­ñan­do que el carro mar­cha dema­sia­do rápi­do y tra­tan­do de hacer­lo retro­ce­der o dar media vuel­ta y regresar.

Nos opo­ne­mos tam­bién a la hue­ra pala­bre­ría «izquier­dis­ta». El pen­sa­mien­to de los «izquier­dis­tas» pasa por enci­ma de una deter­mi­na­da eta­pa de desa­rro­llo del pro­ce­so obje­ti­vo; algu­nos toman sus fan­ta­sías por ver­da­des, otros pre­ten­den rea­li­zar a la fuer­za en el pre­sen­te idea­les solo rea­li­za­bles en el futu­ro. Ale­ja­do de la prác­ti­ca pre­sen­te de la mayo­ría de las per­so­nas y de la reali­dad del momen­to, su pen­sa­mien­to se tra­du­ce en la acción como aventurerismo.

El idea­lis­mo y el mate­ria­lis­mo meca­ni­cis­ta, el opor­tu­nis­mo y el aven­tu­re­ris­mo, se carac­te­ri­zan por la rup­tu­ra entre lo sub­je­ti­vo y lo obje­ti­vo, por la sepa­ra­ción entre el cono­ci­mien­to y la prác­ti­ca. La teo­ría mar­xis­ta-leni­nis­ta del cono­ci­mien­to, carac­te­ri­za­da por la prác­ti­ca social cien­tí­fi­ca, no pue­de dejar de opo­ner­se cate­gó­ri­ca­men­te a estas con­cep­cio­nes erró­neas. Los mar­xis­tas reco­no­cen que, en el pro­ce­so gene­ral abso­lu­to del desa­rro­llo del uni­ver­so, el desa­rro­llo de cada pro­ce­so deter­mi­na­do es rela­ti­vo y que, por eso, en el torren­te infi­ni­to de la ver­dad abso­lu­ta, el cono­ci­mien­to humano de cada pro­ce­so deter­mi­na­do en una eta­pa dada de desa­rro­llo es sólo una ver­dad rela­ti­va. La suma total de las incon­ta­bles ver­da­des rela­ti­vas cons­ti­tu­ye la ver­dad abso­lu­ta12. El desa­rro­llo de todo pro­ce­so obje­ti­vo está lleno de con­tra­dic­cio­nes y luchas, y tam­bién lo está el desa­rro­llo del movi­mien­to del cono­ci­mien­to humano. Todo movi­mien­to dia­léc­ti­co del mun­do obje­ti­vo se refle­ja, tar­de o tem­prano, en el cono­ci­mien­to humano. En la prác­ti­ca social, el pro­ce­so de naci­mien­to, desa­rro­llo y extin­ción es infi­ni­to. Y así lo es el pro­ce­so de naci­mien­to, desa­rro­llo y extin­ción en el cono­ci­mien­to humano. A medi­da que avan­za cada vez más lejos la prác­ti­ca del hom­bre que trans­for­ma la reali­dad obje­ti­va de acuer­do con deter­mi­na­das ideas, teo­rías, pla­nes o pro­yec­tos, más y más pro­fun­do se va hacien­do el cono­ci­mien­to que de la reali­dad obje­ti­va tie­ne el hom­bre. Nun­ca ter­mi­na­rá el movi­mien­to de cam­bio en el mun­do de la reali­dad obje­ti­va, y tam­po­co ten­drá fin la cog­ni­ción de la ver­dad por el hom­bre a tra­vés de la prác­ti­ca. El mar­xis­mo-leni­nis­mo no ha ago­ta­do en modo alguno la ver­dad, sino que en el cur­so de la prác­ti­ca abre sin cesar el camino hacia su cono­ci­mien­to. Nues­tra con­clu­sión es la uni­dad con­cre­ta e his­tó­ri­ca de lo sub­je­ti­vo y lo obje­ti­vo, de la teo­ría y la prác­ti­ca, del saber y el hacer, y nos opo­ne­mos a todas las ideas erró­neas, de «izquier­da» o de dere­cha, ideas que se sepa­ran de la his­to­ria concreta.

En la pre­sen­te épo­ca del desa­rro­llo de la socie­dad, la his­to­ria ha hecho recaer sobre los hom­bros del pro­le­ta­ria­do y su par­ti­do la res­pon­sa­bi­li­dad de cono­cer correc­ta­men­te el mun­do y trans­for­mar­lo. Este pro­ce­so, el de la prác­ti­ca trans­for­ma­do­ra del mun­do, que está deter­mi­na­do con arre­glo al cono­ci­mien­to cien­tí­fi­co ha lle­ga­do ya a un momen­to his­tó­ri­co en Chi­na y en toda la Tie­rra, a un gran momen­to sin pre­ce­den­tes en la his­to­ria, esto es, el momen­to de aca­bar com­ple­ta­men­te con las tinie­blas en Chi­na y en el res­to de la Tie­rra, y trans­for­mar nues­tro mun­do en un mun­do lumi­no­so, nun­ca vis­to antes. La lucha del pro­le­ta­ria­do y de los pue­blos revo­lu­cio­na­rios por la trans­for­ma­ción del mun­do impli­ca el cum­pli­mien­to de las siguien­tes tareas: trans­for­mar el mun­do obje­ti­vo y, al mis­mo tiem­po, trans­for­mar su pro­pio mun­do sub­je­ti­vo, esto es, su pro­pia capa­ci­dad cog­nos­ci­ti­va y las rela­cio­nes entre su mun­do sub­je­ti­vo y el obje­ti­vo. Estas trans­for­ma­cio­nes ya están en mar­cha en una par­te del glo­bo terres­tre, la Unión Sovié­ti­ca. Allí se sigue pro­mo­vien­do este pro­ce­so de trans­for­ma­cio­nes. Los pue­blos de Chi­na y del res­to del orbe tam­bién están pasan­do o pasa­rán por seme­jan­te pro­ce­so. Y el mun­do obje­ti­vo a trans­for­mar inclu­ye tam­bién a todas las per­so­nas opues­tas a estas trans­for­ma­cio­nes, per­so­nas que tie­nen que pasar por una eta­pa de coac­ción antes de poder entrar en la eta­pa de trans­for­ma­ción cons­cien­te. La épo­ca en que la huma­ni­dad ente­ra pro­ce­da de mane­ra cons­cien­te a su pro­pia trans­for­ma­ción y a la del mun­do, será la épo­ca del comu­nis­mo mundial.

Des­cu­brir la ver­dad a tra­vés de la prác­ti­ca y, nue­va­men­te, a tra­vés de la prác­ti­ca com­pro­bar­la y desa­rro­llar­la. Par­tir del cono­ci­mien­to sen­so­rial y desa­rro­llar­lo acti­va­men­te con­vir­tién­do­lo en cono­ci­mien­to racio­nal; lue­go, par­tir del cono­ci­mien­to racio­nal y guiar acti­va­men­te la prác­ti­ca revo­lu­cio­na­ria para trans­for­mar el mun­do sub­je­ti­vo y el mun­do obje­ti­vo. Prac­ti­car, cono­cer, prac­ti­car otra vez y cono­cer de nue­vo. Esta for­ma se repi­te en infi­ni­tos ciclos y, con cada ciclo, el con­te­ni­do de la prác­ti­ca y del cono­ci­mien­to se ele­va a un nivel más alto. Ésta es en su con­jun­to la teo­ría mate­ria­lis­ta dia­léc­ti­ca del cono­ci­mien­to, y ésta es la teo­ría mate­ria­lis­ta dia­léc­ti­ca de la uni­dad ente el saber y el hacer.

Julio de 1937

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  1. V. I. Lenin: Resu­men del libro de Hegel Cien­cia de la lógi­ca (sep­tiem­bre-diciem­bre de 1914), notas sobre «La idea», Cien­cia de la lógi­ca de Hegel, libro ter­ce­ro, ter­ce­ra sección.
  2. Véan­se K. Marx, Tesis sobre Feuer­bach (pri­ma­ve­ra de 1845) y V. I. Lenin, Mate­ria­lis­mo y empi­rio­cri­ti­cis­mo (segun­da mitad de 1908), II, 6.
  3. Céle­bre nove­la his­tó­ri­ca chi­na escri­ta por Luo Kuan­chung (¿1330 – 1400?).
  4. V. I. Lenin: Resu­men del libro de Hegel Cien­cia de la lógi­ca, notas sobre «La lógi­ca sub­je­ti­va o la doc­tri­na del con­cep­to», Cien­cia de la lógi­ca de Hegel, libro tercero.
  5. Movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio cam­pe­sino, que tuvo lugar a media­dos del siglo XIX, en con­tra de la domi­na­ción feu­dal y la opre­sión nacio­nal de la dinas­tía Ching. En enero de 1851, Jung Siu-Chüan, Yang Siu-ching y otros diri­gen­tes de esta revo­lu­ción orga­ni­za­ron un levan­ta­mien­to en la aldea de Chin­tien, dis­tri­to de Kui­ping, pro­vin­cia de Kuang­si, y pro­cla­ma­ron el Rei­no Celes­tial Tai­ping. En 1852, el ejér­ci­to cam­pe­sino par­tió de Kuang­si y ocu­pó Junán y Jupei. En 1853, lue­go de atra­ve­sar Chiang­si y Anjui tomó Nan­kin. Una par­te de sus fuer­zas con­ti­nuó hacia el nor­te y lle­gó has­ta las inme­dia­cio­nes de Tien­tsin. Sin embar­go, el ejér­ci­to Tai­ping no esta­ble­ció sóli­das bases de apo­yo en los terri­to­rios que ocu­pa­ban, y su gru­po diri­gen­te, des­pués de haber hecho de Nan­kin su capi­tal, come­tió muchos erro­res polí­ti­co y mili­ta­res. Por ese moti­vo, el ejér­ci­to de Tai­ping no pudo resis­tir los ata­ques con­jun­tos de las tro­pas con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rias de la dinas­tía Ching y los agre­so­res ingle­ses, nor­te­ame­ri­ca­nos y fran­ce­ses, y fue derro­ta­do en 1864.
  6. Movi­mien­to de lucha arma­da con­tra el impe­ria­lis­mo que esta­lló en 1900 en el nor­te de Chi­na. Toma­ron par­te en este movi­mien­to gran­des masas de cam­pe­si­nos y arte­sa­nos y otros sec­to­res del pue­blo, que, uti­li­zan­do las creen­cias reli­gio­sas y las supers­ti­cio­nes como medio de con­tac­to, se orga­ni­za­ron en socie­da­des secre­tas, y sos­tu­vie­ron una lucha heroi­ca con­tra las fuer­zas alia­das de agre­sión de las ocho poten­cias impe­ria­lis­tas: Esta­dos Uni­dos, Ingla­te­rra, Japón, Ale­ma­nia, Rusia, Fran­cia, Ita­lia y Aus­tria. Lue­go de ocu­par Pekín y Tien­tsín, dichas fuer­zas repri­mie­ron de la mane­ra más sal­va­je este movimiento.
  7. Se refie­re al movi­mien­to que esta­lló el 4 de mayo de 1919, movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio en con­tra del impe­ria­lis­mo y feu­da­lis­mo. En la pri­me­ra mitad de 1919, los paí­ses impe­ria­lis­tas triun­fa­do­res en la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial, Ingla­te­rra, Fran­cia, Esta­dos Uni­dos, Japón e Ita­lia, con­vo­ca­ron una con­fe­ren­cia en París para repar­tir los bene­fi­cios ante­rior­men­te arro­ga­dos por Ale­ma­nia en la pro­vin­cia de Shan­tung, Chi­na, fue­ran pasa­dos a manos del Japón. El 4 de mayo, los estu­dian­tes de Pekín eran los pri­me­ros en cele­brar míti­nes y mani­fes­ta­cio­nes para expre­sar su opo­si­ción resuel­ta. El gobierno de los cau­di­llos mili­ta­res del nor­te pro­ce­dió a su aplas­ta­mien­to y detu­vo a más de trein­ta mani­fes­tan­tes. Los estu­dian­tes de Pekín deja­ron los estu­dios para mani­fes­tar su pro­tes­ta, lo que encon­tró eco inme­dia­to en sus com­pa­ñe­ros esco­la­res en todo el país. A par­tir del 3 de junio el gobierno de los cau­di­llos mili­ta­res del nor­te lle­vó a cabo en Pekín deten­cio­nes en mayor esca­la. El hecho de que unos mil estu­dian­tes fue­ron arres­ta­dos en dos días dio pábu­lo al odio aún mayor del pue­blo chino. Des­de el 5 del mis­mo, los obre­ros de Shan­gai y de otras ciu­da­des toma­ron par­te en la huel­ga, y los comer­cian­tes les siguie­ron inme­dia­ta­men­te. El movi­mien­to patrió­ti­co en que par­ti­ci­pa­ron, al comien­zo, prin­ci­pal­men­te los inte­lec­tua­les, se exten­dió rápi­da­men­te has­ta esca­la nacio­nal y lle­gó a abar­car al pro­le­ta­ria­do, la peque­ña bur­gue­sía e inclu­so la bur­gue­sía. Al com­pás del desa­rro­llo de ese movi­mien­to patrió­ti­co del 4 de mayo, el movi­mien­to de la nue­va cul­tu­ra, que se ini­ció antes del pri­me­ro con el fin de com­ba­tir el feu­da­lis­mo y pro­mo­ver la cien­cia y la demo­cra­cia, se desa­rro­lló en el amplio movi­mien­to de la cul­tu­ra revo­lu­cio­na­ria con la difu­sión del mar­xis­mo-leni­nis­mo como su corrien­te principal.
  8. Véa­se V.I. Lenin, Resu­men del libro de Hegel Cien­cia de la lógi­ca; «para com­pren­der, hay que comen­zar a com­pren­der y a estu­diar de una mane­ra empí­ri­ca, y ele­var­se de lo empí­ri­co a lo gene­ral», notas sobre «La idea», Cien­cia de la lógi­ca de Hegel, libro ter­ce­ro, ter­ce­ra sección.
  9. V. I. Lenin: ¿Qué hacer? (oto­ño de 1901-febre­ro de 1902), I.
  10. V. I. Lenin: Mate­ria­lis­mo y empi­rio­cri­ti­cis­mo, II, 6.
  11. J. V. Sta­lin: Los fun­da­men­tos del leni­nis­mo (abril-mayo de 1924), III, «La teoría».
  12. Véa­se V. I. Lenin, Mate­ria­lis­mo y empi­rio­cri­ti­cis­mo, II, 5.

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