Cómo deter­mi­nar las cla­ses en las zonas rurales

Los terra­te­nien­tes

Son terra­te­nien­tes quie­nes poseen tie­rras, no tra­ba­jan ellos mis­mos o se dedi­can sólo al tra­ba­jo secun­da­rio1, y viven de la explo­ta­ción de los cam­pe­si­nos. Los terra­te­nien­tes prac­ti­can la explo­ta­ción prin­ci­pal­men­te por medio del arrien­do de la tie­rra y, ade­más, median­te la usu­ra, la con­tra­ta­ción de asa­la­ria­dos agrí­co­las o la indus­tria y el comer­cio. Pero es el arrien­do de la tie­rra la for­ma prin­ci­pal en que los terra­te­nien­tes explo­tan a los cam­pe­si­nos. La admi­nis­tra­ción de las tie­rras públi­cas y el cobro del arrien­do de las tie­rras de las escue­las2 cons­ti­tu­yen igual­men­te for­mas de la explo­ta­ción median­te el arrien­do de la tierra.

Los terra­te­nien­tes que se han arrui­na­do pero que siguen sin tra­ba­jar y viven de la esta­fa, el pilla­je o la ayu­da de sus parien­tes y ami­gos, y cuyas con­di­cio­nes de vida son supe­rio­res a las de los cam­pe­si­nos medios en gene­ral, deben seguir sien­do con­si­de­ra­dos como terratenientes.

Los cau­di­llos mili­ta­res, buró­cra­tas, dés­po­tas loca­les y shenshi mal­va­dos son los repre­sen­tan­tes polí­ti­cos de la cla­se terra­te­nien­te y sus ele­men­tos más fero­ces. Tam­bién entre los cam­pe­si­nos ricos se encuen­tran a menu­do dés­po­tas loca­les y shenshi mal­va­dos, pero de menor importancia.

Deben ser colo­ca­dos en la mis­ma cate­go­ría que los terra­te­nien­tes aque­llos indi­vi­duos que ayu­dan a éstos en el cobro de los arrien­dos y en la admi­nis­tra­ción de sus pro­pie­da­des, y cuya prin­ci­pal fuen­te de ingre­sos depen­de de la explo­ta­ción de los cam­pe­si­nos por los terra­te­nien­tes y cuyas con­di­cio­nes de vida son supe­rio­res a las de los cam­pe­si­nos medios en general.

Se lla­man usu­re­ros y deben ser colo­ca­dos en la mis­ma cate­go­ría que los terra­te­nien­tes aque­llos indi­vi­duos que tie­nen como fuen­te prin­ci­pal de sus ingre­sos la explo­ta­ción median­te la usu­ra y cuyas con­di­cio­nes de vida son supe­rio­res a las de los cam­pe­si­nos medios en general.

Los cam­pe­si­nos ricos

Por lo común, los cam­pe­si­nos ricos poseen tie­rras. Sin embar­go, algu­nos sólo poseen una par­te de la tie­rra que cul­ti­van, y toman en arrien­do el res­to; otros no poseen tie­rra algu­na y toman en arrien­do toda la que cul­ti­van. Los cam­pe­si­nos ricos gene­ral­men­te dis­po­nen de ins­tru­men­tos de pro­duc­ción rela­ti­va­men­te bue­nos y abun­dan­tes y bas­tan­te capi­tal líqui­do, y par­ti­ci­pan ellos mis­mos en el tra­ba­jo, mas una par­te o la mayor par­te de sus ingre­sos pro­vie­ne siem­pre de la explo­ta­ción. Su prin­ci­pal for­ma de explo­ta­ción es la explo­ta­ción del tra­ba­jo asa­la­ria­do (con­tra­ta­ción de asa­la­ria­dos agrí­co­las al año). Ade­más, pue­den ejer­cer la explo­ta­ción dan­do en arrien­do par­te de sus tie­rras, pres­tan­do con usu­ra o dedi­cán­do­se a la indus­tria y el comer­cio. La mayo­ría de los cam­pe­si­nos ricos tam­bién admi­nis­tran tie­rras públi­cas. Deben ser con­si­de­ra­dos asi­mis­mo como cam­pe­si­nos ricos aque­llos que poseen una super­fi­cie rela­ti­va­men­te gran­de de bue­nas tie­rras y tra­ba­jan par­te de ellas por sí mis­mos sin con­tra­tar asa­la­ria­dos agrí­co­las, pero explo­tan a otros cam­pe­si­nos por medio del arrien­do de la tie­rra o de la usu­ra, o en otras for­mas. Los cam­pe­si­nos ricos prac­ti­can cons­tan­te­men­te la explo­ta­ción, y, para muchos de ellos, ésta cons­ti­tu­ye la fuen­te prin­ci­pal de sus ingresos.

Los cam­pe­si­nos medios

De los cam­pe­si­nos medios, muchos poseen tie­rras; algu­nos poseen sólo una par­te de la tie­rra que tra­ba­jan y toman en arrien­do el res­to; otros no tie­nen tie­rra algu­na y toman en arrien­do toda la que trabajan.

Todos ellos dis­po­nen de sufi­cien­tes ape­ros agrí­co­las. Los cam­pe­si­nos medios viven total o prin­ci­pal­men­te de su pro­pio tra­ba­jo. Por regla gene­ral, no explo­tan a nadie, sino que muchos de ellos sufren la explo­ta­ción en peque­ña medi­da pagan­do el arrien­do de tie­rras o el inte­rés de prés­ta­mos. Pero, por lo común, los cam­pe­si­nos medios no ven­den su fuer­za de tra­ba­jo. Un sec­tor de ellos (los cam­pe­si­nos medios aco­mo­da­dos) explo­tan a otros a peque­ña esca­la, pero esta explo­ta­ción no es cons­tan­te ni cons­ti­tu­ye la fuen­te prin­ci­pal de sus ingresos.

Los cam­pe­si­nos pobres

De los cam­pe­si­nos pobres, algu­nos poseen una par­te de la tie­rra que tra­ba­jan e insu­fi­cien­tes ape­ros agrí­co­las; otros no poseen tie­rra algu­na y sólo tie­nen insu­fi­cien­tes ape­ros agrí­co­las. Por regla gene­ral, los cam­pe­si­nos pobres tie­nen que tomar en arrien­do la tie­rra que tra­ba­jan, y sufren la explo­ta­ción pagan­do el arrien­do de tie­rras o el inte­rés de prés­ta­mos y ven­dien­do una peque­ña par­te de su fuer­za de trabajo.

Si de ordi­na­rio los cam­pe­si­nos medios no tie­nen nece­si­dad de ven­der su fuer­za de tra­ba­jo, los cam­pe­si­nos pobres, en cam­bio, se ven obli­ga­dos a ven­der una peque­ña par­te de la suya: éste es el cri­te­rio prin­ci­pal para dis­tin­guir entre éstos y aquéllos.

Los obre­ros

Por regla gene­ral, los obre­ros (inclu­yen­do los asa­la­ria­dos agrí­co­las) no poseen tie­rras ni ape­ros agrí­co­las; algu­nos de ellos poseen un insig­ni­fi­can­te peda­zo de tie­rra y muy pocos ape­ros agrí­co­las. Los obre­ros viven total o prin­ci­pal­men­te de la ven­ta de su fuer­za de trabajo.

Mao Zedong

Octu­bre de 1933

  1. En gene­ral, se cla­si­fi­ca a una per­so­na como dedi­ca­da al tra­ba­jo secun­da­rio cuan­do par­ti­ci­pa sólo menos de un ter­cio del año en labo­res esen­cia­les (esto es, las más impor­tan­tes fae­nas de la pro­duc­ción agrí­co­la fun­da­men­tal, como arar, sem­brar, cose­char, etc.), o bien, aun­que tra­ba­je duran­te un ter­cio del año, cuan­do lo haga sólo en labo­res no esen­cia­les (esto es, aque­llas fae­nas de impor­tan­cia secun­da­ria para la pro­duc­ción, como ayu­dar a reti­rar la male­za y en el cul­ti­vo de ver­du­ras o cui­dar ani­ma­les de tiro).
  2. En el cam­po chino había muchos tipos de tie­rras públi­cas: tie­rras per­te­ne­cien­tes a los gobier­nos terri­to­ria­les o can­to­na­les, a los tem­plos ances­tra­les de los cla­nes, a los tem­plos budis­tas o taoís­tas, a las igle­sias cató­li­cas o a las mez­qui­tas, y tie­rras cuyo arrien­do debía des­ti­nar­se a obras de inte­rés públi­co como el soco­rro a las víc­ti­mas del ham­bre y la cons­truc­ción y man­te­ni­mien­to de puen­tes y cami­nos, o a cubrir gas­tos de ins­truc­ción públi­ca. Estas tie­rras se halla­ban con­tro­la­das, en su gran mayo­ría, por los terra­te­nien­tes y los cam­pe­si­nos ricos, y los cam­pe­si­nos de otras capas socia­les sólo tenían dere­cho a inter­ve­nir en la admi­nis­tra­ción de una peque­ña par­te de ellas. 

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