El comu­nis­mo y la familia

En este aspec­to tam­bién acu­di­rá la Socie­dad Comu­nis­ta en auxi­lio de los padres. En la Rusia Sovié­ti­ca se han empren­di­do, mer­ced a los Comi­sa­ria­dos de Edu­ca­ción Públi­ca y Bien­es­tar Social, gran­des adelantos.

Se pue­de decir que en este aspec­to se han hecho ya muchas cosas para faci­li­tar la tarea de la fami­lia de criar y man­te­ner a los hijos.

Exis­ten ya casas para los niños lac­tan­tes, guar­de­ría infan­ti­les, jar­di­nes de la infan­cia, colo­nias y hoga­res para niños, enfer­me­rías y sana­to­rios para los enfer­mos o deli­ca­dos, res­tau­ran­tes, come­do­res gra­tui­tos para los dis­cí­pu­los en escue­las, libros de estu­dio gra­tui­tos, ropas de abri­go y cal­za­do para los niños de los esta­ble­ci­mien­tos de ense­ñan­za. ¿Todo esto no demues­tra sufi­cien­te­men­te que el niño sale ya del mar­co estre­cho de la fami­lia, pasan­do la car­ga de su crian­za y edu­ca­ción de los padres a la colectividad?

Los cui­da­dos de los padres con res­pec­to a los hijos pue­den cla­si­fi­car­se en tres grupos:

  1. cui­da­dos que los niños requie­ren impres­cin­di­ble­men­te en los pri­me­ros tiem­pos de su vida;
  2. los cui­da­dos que supo­ne la crian­za del niño, y
  3. los cui­da­dos que nece­si­ta la edu­ca­ción del niño.

Lo que se refie­re a la ins­truc­ción de los niños, en escue­las pri­ma­rias, ins­ti­tu­tos y uni­ver­si­da­des, se ha con­ver­ti­do ya en una obli­ga­ción del Esta­do, inclu­so en la socie­dad capitalista.

Por otra par­te, las ocu­pa­cio­nes de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, las con­di­cio­nes de vida, obli­ga­ban, inclu­so en la socie­dad capi­ta­lis­ta, a la crea­ción de luga­res de jue­go, guar­de­rías, asi­los, etc. Cuan­to más con­cien­cia ten­ga la cla­se tra­ba­ja­do­ra de sus dere­chos, cuan­to mejor estén orga­ni­za­dos en cual­quier Esta­do espe­cí­fi­co, tan­to más inte­rés ten­drá la socie­dad en el pro­ble­ma de ali­viar a la fami­lia del cui­da­do de los hijos.

Pero la socie­dad bur­gue­sa tie­ne medio de ir dema­sia­do lejos en lo que res­pec­ta a con­si­de­rar los intere­ses de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, y mucho más si con­tri­bu­ye de este modo a la desin­te­gra­ción de la familia.

Los capi­ta­lis­tas se dan per­fec­ta cuen­ta de que el vie­jo tipo de fami­lia, en la que la espo­sa es una escla­va y el hom­bre es res­pon­sa­ble del sos­tén y bien­es­tar de la fami­lia, de que una fami­lia de esta cla­se es la mejor arma para aho­gar los esfuer­zos del pro­le­ta­ria­do hacia su liber­tad, para debi­li­tar el espí­ri­tu revo­lu­cio­na­rio del hom­bre y de la mujer pro­le­ta­rios. La preo­cu­pa­ción por lo que le pue­da pasar a su fami­lia, pri­va al obre­ro de toda su fir­me­za, le obli­ga a tran­si­gir con el capi­tal. ¿Qué no harán los padres pro­le­ta­rios cuan­do sus hijos tie­nen hambre?

Con­tra­ria­men­te a lo que suce­de en la socie­dad capi­ta­lis­ta, que no ha sido capaz de trans­for­mar la edu­ca­ción de la juven­tud en una ver­da­de­ra fun­ción social, en una obra del Esta­do, la Socie­dad Comu­nis­ta con­si­de­ra­rá como base real de sus leyes y cos­tum­bres, como la pri­me­ra pie­dra del nue­vo edi­fi­cio, la edu­ca­ción social de la gene­ra­ción naciente.

No será la fami­lia del pasa­do, mez­qui­na y estre­cha, con riñas entre los padres, con sus intere­ses exclu­si­vis­tas para sus hijos, la que mol­dea­rá el hom­bre de la socie­dad del mañana.

El hom­bre nue­vo, de nues­tra nue­va socie­dad, será mol­dea­do por las orga­ni­za­cio­nes socia­lis­tas, jar­di­nes infan­ti­les, resi­den­cias, guar­de­rías de niños, etc., y muchas otras ins­ti­tu­cio­nes de este tipo, en las que el niño pasa­rá la mayor par­te del día y en las que edu­ca­do­res inte­li­gen­tes le con­ver­ti­rán en un comu­nis­ta cons­cien­te de la mag­ni­tud de esta invio­la­ble divi­sa: soli­da­ri­dad, cama­ra­de­ría, ayu­da mutua y devo­ción a la vida colectiva.

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