El comu­nis­mo y la familia

Los tra­ba­jos case­ros en for­ma indi­vi­dual han comen­za­do a des­apa­re­cer y de día en día van sien­do sus­ti­tui­dos por el tra­ba­jo case­ro colec­ti­vo, y lle­ga­rá un día, más pron­to o más tar­de, en que la mujer tra­ba­ja­do­ra no ten­drá que ocu­par­se de su pro­pio hogar.

En la Socie­dad Comu­nis­ta del maña­na, estos tra­ba­jos serán rea­li­za­dos por una cate­go­ría espe­cial de muje­res tra­ba­ja­do­ras dedi­ca­das úni­ca­men­te a estas ocupaciones.

Las muje­res de los ricos, hace ya mucho tiem­po que viven libres de estas des­agra­da­bles y fati­go­sas tareas.

¿Por qué tie­ne la mujer tra­ba­ja­do­ra que con­ti­nuar con esta pesa­da carga?

En la Rusia Sovié­ti­ca, la vida de la mujer tra­ba­ja­do­ra debe estar rodea­da de las mis­mas como­di­da­des, la mis­ma lim­pie­za, la mis­ma higie­ne, la mis­ma belle­za, que has­ta aho­ra cons­ti­tuía el ambien­te de las muje­res per­te­ne­cien­tes a las cla­ses adi­ne­ra­das. En una Socie­dad Comu­nis­ta la mujer tra­ba­ja­do­ra no ten­drá que pasar sus esca­sas horas de des­can­so en la coci­na, por­que en la Socie­dad Comu­nis­ta exis­ti­rán res­tau­ran­tes públi­cos y coci­nas cen­tra­les en los que podrá ir a comer todo el mundo.

Estos esta­ble­ci­mien­tos han ido en aumen­to en todos los paí­ses, inclu­so den­tro del régi­men capi­ta­lis­ta. En reali­dad, se pue­de decir que des­de hace medio siglo aumen­tan de día en día en todas las ciu­da­des de Euro­pa; cre­cen como las setas des­pués de la llu­via oto­ñal. Pero mien­tras en un sis­te­ma capi­ta­lis­ta sólo gen­tes con bol­sas bien reple­tas pue­den per­mi­tir­se el gus­to de comer en los res­tau­ran­tes, en una ciu­dad comu­nis­ta esta­rán al alcan­ce de todo el mundo.

Lo mis­mo se pue­de decir del lava­do de la ropa y demás tra­ba­jos case­ros. La mujer tra­ba­ja­do­ra no ten­drá que aho­gar­se en un océano de por­que­ría ni estro­pear­se la vis­ta remen­dan­do y cosien­do la ropa por las noches. No ten­drá más que lle­var­la cada sema­na a los lava­de­ros cen­tra­les para ir a bus­car­la des­pués lava­da y planchada.

De este modo ten­drá la mujer tra­ba­ja­do­ra una preo­cu­pa­ción menos.

La orga­ni­za­ción de talle­res espe­cia­les para repa­sar y remen­dar la ropa ofre­ce­rán a la mujer tra­ba­ja­do­ra la opor­tu­ni­dad de dedi­car­se por las noches a lec­tu­ras ins­truc­ti­vas, a dis­trac­cio­nes salu­da­bles, en vez de pasar­las como has­ta aho­ra en tareas agotadoras.

Por tan­to, vemos que las cua­tro últi­mas tareas domés­ti­cas que toda­vía pesan sobre la mujer de nues­tros tiem­pos des­apa­re­ce­rán con el triun­fo del régi­men comunista.

No ten­drá de qué que­jar­se la mujer obre­ra, por­que la Socie­dad Comu­nis­ta habrá ter­mi­na­do con el yugo domés­ti­co de la mujer para hacer su vida más ale­gre, más rica, más libre y más completa.

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *